Listín Diario 22/07/2011.-
Una ex reina de belleza irrumpiría en el escenario político venezolano tras el agotamiento sufrido por los partidos políticos que durante la segunda mitad del siglo XX se movieron entre el afianzamiento de la democracia representativa, la abundancia económica que le dio el petróleo, el derroche, las imprevisiones, el endeudamiento y la corrupción: el punto se desfijó y la desesperanza y frustración activó el instinto colectivo que comenzó a husmear a modo de desesperación entre las propuestas de una beldad y la incontinencia verbal revolucionaria de un militar cargado de utopías.
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Una ex reina de belleza irrumpiría en el escenario político venezolano tras el agotamiento sufrido por los partidos políticos que durante la segunda mitad del siglo XX se movieron entre el afianzamiento de la democracia representativa, la abundancia económica que le dio el petróleo, el derroche, las imprevisiones, el endeudamiento y la corrupción: el punto se desfijó y la desesperanza y frustración activó el instinto colectivo que comenzó a husmear a modo de desesperación entre las propuestas de una beldad y la incontinencia verbal revolucionaria de un militar cargado de utopías.
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Irene Sáez, quien estudió ciencias políticas después de haber “reinado”, lanzó su candidatura a la presidencia tras la experiencia de dos triunfos electorales que le llevaron a la alcaldía del municipio caraqueño de Chacao, y lo hizo sobre la plataforma de Integración y Renovación Nueva Esperanza, IRENE, que para su desgracia política se agenció el apoyo de COPEI, acción que desdijo el propósito que se encerraba en el nombre del partido que creara, y que finalmente, después de alcanzar una altísima popularidad, solo le favoreció el 3 por ciento de los electores.
Hugo Chávez se mantuvo lejos de los partidos tradicionales y con su Movimiento Quinta República se impuso electoralmente en 1998.
Antes, desde los cuarteles, cofundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, MBR200, que jugó un papel importante en el “Caracazo” y que intentaría derrocar al gobierno de Carlos Andrés Pérez, asediado y acosado por la ira popular.
El acuerdo firmado en 1958 que adoptó el nombre de la casa de Rafael Caldera, Punto Fijo, se deshacía en las manos del actor que sirvió de anfitrión para pactar la consolidación de la democracia representativa, pues no pudo desde su segundo gobierno rescatar la confianza en el sistema de partidos, porque él, con una coalición de fuerzas que en apariencia negaban lo que significó el pacto, era la viva representación, el vivo recuerdo que dejaba en los venezolanos un sabor que molestaba al paladar.
Todo esto explica el ascenso de Chávez, que en medio, como dicen muchos, de su desenfreno verbal y populista dio un giro a la política en su país, promoviendo cambios estructurales en la economía y la sociedad, cambios que han venido acompañados de fuertes confrontaciones clasistas que, sin lugar a dudas dividieron a los venezolanos y crearon un nuevo paradigma para muchos latinoamericanos que ven en él y su proyecto bolivariano o Socialismo del Siglo XXI, el camino para encontrar soluciones a los males e injusticias sociales que padecen los pueblos latinoamericanos desde décadas.
Hugo Chávez se mantuvo lejos de los partidos tradicionales y con su Movimiento Quinta República se impuso electoralmente en 1998.
Antes, desde los cuarteles, cofundó el Movimiento Bolivariano Revolucionario 200, MBR200, que jugó un papel importante en el “Caracazo” y que intentaría derrocar al gobierno de Carlos Andrés Pérez, asediado y acosado por la ira popular.
El acuerdo firmado en 1958 que adoptó el nombre de la casa de Rafael Caldera, Punto Fijo, se deshacía en las manos del actor que sirvió de anfitrión para pactar la consolidación de la democracia representativa, pues no pudo desde su segundo gobierno rescatar la confianza en el sistema de partidos, porque él, con una coalición de fuerzas que en apariencia negaban lo que significó el pacto, era la viva representación, el vivo recuerdo que dejaba en los venezolanos un sabor que molestaba al paladar.
Todo esto explica el ascenso de Chávez, que en medio, como dicen muchos, de su desenfreno verbal y populista dio un giro a la política en su país, promoviendo cambios estructurales en la economía y la sociedad, cambios que han venido acompañados de fuertes confrontaciones clasistas que, sin lugar a dudas dividieron a los venezolanos y crearon un nuevo paradigma para muchos latinoamericanos que ven en él y su proyecto bolivariano o Socialismo del Siglo XXI, el camino para encontrar soluciones a los males e injusticias sociales que padecen los pueblos latinoamericanos desde décadas.
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