viernes, 10 de octubre de 2008

Medidas Keynesianas para la crisis


Por Alejandro Vanoli

La crisis financiera internacional derivó en una recesión en los principales países desarrollados. El contexto mundial cambió abruptamente por el pinchado de la burbuja, la combinación de globalización financiera, desregulación y sobreendeudamiento que provoco la peor crisis mundial desde 1930.


La crisis va durar al menos hasta bien entrado 2009, hasta que la economía real en Estados Unidos y Europa pueda retomar una senda expansiva. Para ello se requiere el paso que falta. No basta con el rescate, la política monetaria expansiva ni la baja de impuestos. EE.UU. requiere como Europa una política tipo keynesiana que compense mediante el aumento del gasto el desplome del consumo privado que prevalecerá por la falta de crédito sumado a la destrucción de riqueza por la desvalorización de los activos y el aumento del desempleo.


Para esto falta una vuelta de tuerca: poner los últimos clavos en el ataúd del neoliberalismo. Es necesario terminar con el único objetivo de controlar la inflación, y reformar Maastricht para que Europa pueda así poner el conjunto de las políticas al servicio de la recuperación.


¿Cómo nos impacta en nuestro país este nuevo contexto? Argentina tuvo una notable recuperación en estos cinco años. La misma fue favorecida por el contexto, pero estuvo fundamentalmente basada en políticas que se alejaron de aquellas que nos causaron la decadencia del período 1976-2001 y de las políticas que llevaron al mundo a esta crisis.


Argentina tuvo una política cambiaria y controles de capitales que evitaron el ingreso de flujos financieros de corto plazo. De este modo se evitó incurrir en déficit de cuenta corriente y se promovió el desendeudamiento. La sustitución de importaciones recuperó el consumo y la inversión. El tipo de cambio alto y las retenciones fueron claves para la solvencia fiscal que permitió recuperar ingresos y actualizar jubilaciones, además de recuperar la inversión pública.


Se optó por el crecimiento y la equidad. Ese alto crecimiento en un contexto inflacionario mundial en energía y alimentos, causó tensiones en una economía con desequilibrios heredados de la pre crisis, generando ciertas presiones de precios y cuellos de botella en sectores con dificultades para atender la demanda creciente tanto interna como externa, con varios sectores con elevada concentración que buscaron recomponer márgenes.A caballo de este contexto, existieron fuertes presiones para combatir la inflación a cualquier precio, enfriando la economía, la “receta” incluía retrasar el tipo de cambio, eliminar los controles financieros, en suma dar señales a los mercados que Argentina mudaría sus objetivos y políticas hacia un sendero ortodoxo como algunos otros países de la región.


Ciertos sectores soñaban con una agenda ortodoxa y una "vuelta al mundo" luego del voto no positivo. La realidad le dio un clamoroso voto “no positivo” a la agenda neoliberal, en momentos en que la restricción global de crédito y la baja en los precios de los comodities hacen imposible el sueño del país sojero, abierto a los mercados.


El sueño de volver a principios de siglo XX terminaría en una pesadilla tipo 1930.El manual de la apertura comercial, la apertura financiera, las metas de inflación, la retirada del Estado, el sueño del ajuste, el retraso cambiario, se cayó con el otro muro: un Wall Street que luego de la borrachera no será igual al que fue.Lo ocurrido no puede causar alegría, ya que nos esperan tiempos más difíciles, el mundo entrará en recesión, habrá mayor volatilidad y el precio de los commodities es incierto. Pero la Argentina está mas sólida que en el pasado para enfrentar este desafío.


La Argentina por su desconexión financiera, superávits gemelos, sistema financiero sólido y sin descalces de moneda y bajo endeudamiento, está mucho mejor preparada que en el pasado y que otros países para afrontar el vendaval. Habrá que prepararse para precios de commodities no mucho más altos y países vecinos con menor crecimiento además de tipo de cambio menos sobrevaluados.


Ello exige profundizar una agenda de desarrollo, el pragmatismo para construir un modelo de desarrollo autónomo diversificado, con un Estado fuerte y una burguesía nacional, como hizo el peronismo, pero adecuado al Bicentenario a escala sudamericana, retomando la tradición del estructuralismo latinoamericano de Raúl Prebisch, Celso Furtado, Julio Olivera y Aldo Ferrer entre otros. En este contexto deflacionario hay que calibrar las políticas para mantener los logros de estos cinco años, reconquistando valores e ideas desacreditados desde que se impuso la hegemonía neoliberal.


En el corto plazo proveer liquidez a los sectores productivos, demostrar que el Estado tiene cubiertos sus compromisos financieros 2008-2009, no retrasar el tipo de cambio, ver los temas de competitividad sectoriales en relación a nuestros principales socios comerciales, etc. La convocatoria de la Presidencia y Jefatura de Gabinete a un comité de autoridades económicas y reguladores financieros es un paso muy positivo para coordinar esfuerzos en temas financieros.


Más allá del corto plazo es necesario un plan de desarrollo de mediano plazo, un plan con objetivos, metas, con acuerdo de los sectores de la producción y el trabajo para la construcción de un proyecto nacional.


¿Por qué un plan? Para asegurar la consistencia de las iniciativas, eliminar los cuellos de botella en la oferta e infraestructura. Se quiso anteponer la eficiencia de los mercados a una idea de plan. Los Estados no podían planificar, porque interfería con el libre juego de la oferta y la demanda.


¿Por qué mediano y largo plazo? Para recuperar un horizonte de planeamiento que elimine la miopía que exhibió nuestra dirigencia por décadas (miopía propia de las políticas neoliberales y de los mercados que privilegian ganancias de corto al mediano plazo).


¿Por qué de desarrollo? Porque hay que profundizar el cambio estructural de la recuperación para reducir la dependencia de la Argentina reprimarizada de los 90, en un contexto de volatilidad cíclica de commodities que permita estabilizar el crecimiento, , desarrollar el conjunto de los sectores económicos y regiones, y poder seguir perforando el desempleo para poder mejorar la distribución del ingreso.


¿Por qué con acuerdo de sectores?Para poder ordenar la puja distributiva. Es necesario alcanzar un mayor crecimiento con menor inflación con altas ganancias de productividad. Es decir, compromisos y no sólo reclamos sectoriales que impliquen rentabilidad a expensas de otros sectores o del Estado. El país necesita más crecimiento, más competitividad, mayor solvencia del Estado y mejores ingresos.


Un plan de desarrollo para un escenario diferente que incluya una agenda no excluyente que contenga rol del estado, tipo de cambio y competitividad, ahorro y financiamiento, reforma del sistema financiero y mercado de capitales, Banco de desarrollo, políticas de ingresos, reforma tributaria, política comercial externa, inserción internacional sudamericana en el mundo, políticas sectoriales y cadenas de valor, políticas de desarrollo regional, políticas de empleo y formación, subsidios universales, política tecnológica, educación, salud pública, transporte y energía, etc.


Es hora entonces de un modelo de desarrollo endógeno integrado a Sudamérica que permita empalmar el crecimiento post 2003 en una senda que permita afrontar la crisis internacional y consolidar los objetivos de alcanzar, hacia el Bicentenario, un país más fuerte, más justo y más soberano.

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