Por Manolo Pichardo
Listín Diario 22/01/2009
Barack Obama asumió la presidencia de Estados Unidos en medio de exageradas expectativas que, en cierto modo, se justifican si tomamos en cuenta lo que significó para los estadounidenses y el mundo la administración Bush. Pues el hombre que a base de mentiras invadió a Irak matando a miles de combatientes, niños, mujeres y ancianos indefensos, aquel que engañó a sus soldados para que ofrendaran sus vidas en nombre de un falso patriotismo para ocultar sus oscuros intereses, de Donald Rumsfeld y Dick Cheney, manejó la economía con tanta torpeza que los capitales salen en estampida hacia China e India, los trabajadores pierden sus empleos como nunca debido al cierre constante de importantes y renombradas fábricas, el dólar pierde influencia como moneda de referencia para el comercio internacional y su devaluación de algún modo contribuyó con la desaceleración de la economía de aquel coloso y del planeta.
Ante tanto desastre, incluida la pérdida de liderazgo de esa nación, los estadounidenses y el mundo, hartos ya de los desaciertos del vaquero texano, pusieron su mirada en un nobel político que llevó un mensaje contrario a la ineptitud y arrogancia encarnadas en la gestión republicana de los halcones que, por demás, promovieron como panacea la desregulación con todo y la mano invisible aquella que no pudo impedir el colapso del sistema financiero.
Obama, sin embargo, no es mago y tendrá que enfrentarse a males estructurales que en algunos casos quizá no supere; por lo pronto su mensaje, al tomar posesión y las primeras medidas anunciadas como presidente, parecen confirmar su mensaje de campaña: está dispuesto a dialogar con Cuba, Venezuela e Irán; ordenó parar los juicios en el centro de torturas en Guantánamo antes de tomar una decisión definitiva con su cierre; advirtió a fuertes que abusan de los débiles en una probable alusión a Israel y sus ataques a territorios palestinos.
La arrogancia y amenazas tradicionales han estado ausentes hasta el momento y eso da tranquilidad al mundo. Ahora bien, los que piensan que él devolverá a EEUU el liderazgo que este país ha ejercido después de la II Guerra Mundial pudieran estar equivocados pues resulta que, rota la bipolaridad tras el colapso soviético la unipolaridad fue pasajera y dio paso a un mundo multipolar expresado en el espectacular empuje de la economía china y la consolidación de una Unión Europea que ya supera con su PIB al estadounidense.
Ante tanto desastre, incluida la pérdida de liderazgo de esa nación, los estadounidenses y el mundo, hartos ya de los desaciertos del vaquero texano, pusieron su mirada en un nobel político que llevó un mensaje contrario a la ineptitud y arrogancia encarnadas en la gestión republicana de los halcones que, por demás, promovieron como panacea la desregulación con todo y la mano invisible aquella que no pudo impedir el colapso del sistema financiero.
Obama, sin embargo, no es mago y tendrá que enfrentarse a males estructurales que en algunos casos quizá no supere; por lo pronto su mensaje, al tomar posesión y las primeras medidas anunciadas como presidente, parecen confirmar su mensaje de campaña: está dispuesto a dialogar con Cuba, Venezuela e Irán; ordenó parar los juicios en el centro de torturas en Guantánamo antes de tomar una decisión definitiva con su cierre; advirtió a fuertes que abusan de los débiles en una probable alusión a Israel y sus ataques a territorios palestinos.
La arrogancia y amenazas tradicionales han estado ausentes hasta el momento y eso da tranquilidad al mundo. Ahora bien, los que piensan que él devolverá a EEUU el liderazgo que este país ha ejercido después de la II Guerra Mundial pudieran estar equivocados pues resulta que, rota la bipolaridad tras el colapso soviético la unipolaridad fue pasajera y dio paso a un mundo multipolar expresado en el espectacular empuje de la economía china y la consolidación de una Unión Europea que ya supera con su PIB al estadounidense.
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