Listín Diario 19/08/2011.-
Ollanta Humala es la más reciente ficha que se suma al constante movimiento de efecto dominó que inició con el ascenso al poder, por la vía electoral, de la nueva izquierda latinoamericana, alimentada por la concentración de riquezas y la profundización de la marginalidad social que sembró el neoliberalismo por nuestras tierras, detonando la explosión progresista que comenzó en Venezuela con el triunfo del presidente Hugo Chávez. Seguir Leyendo...
Ollanta Humala es la más reciente ficha que se suma al constante movimiento de efecto dominó que inició con el ascenso al poder, por la vía electoral, de la nueva izquierda latinoamericana, alimentada por la concentración de riquezas y la profundización de la marginalidad social que sembró el neoliberalismo por nuestras tierras, detonando la explosión progresista que comenzó en Venezuela con el triunfo del presidente Hugo Chávez. Seguir Leyendo...
El actual mandatario peruano podría convertirse en la respuesta dialéctica en que se han convertido otros líderes de nuestro hemisferio ante el agotamiento de los modelos socioeconómicos que han hecho que nuestro continente sea el más desigual del planeta, producto de la grosera concentración de las riquezas y pauperización de unas mayorías que quedaron atrapadas, primero, en las jaulas de las dictaduras que fueron abandonando los gobiernos tras la redefinición geoestratégica de los EEUU; y, segundo, la secuela de excluidos que todavía va dejando el mercado, aliado al abatimiento de las fronteras arancelarias y los Estados reducidos.
No podemos evaluar aún la administración de Ollanta Humala, que tiene como reto mantener el crecimiento económico que comenzó a producirse en la gestión autoritaria y corrupta de Alberto Fujimori y que continuó durante la administración de Alan García, el hombre que durante su primer gobierno, 1985/1990, hundió al Perú en una de sus crisis más profundas, pues con una política fiscal irresponsable provocó en 1988 una hiperinflación de 1, 722.3% y en 1989 la elevó a 2, 775% lo que llevó a cambiar dos veces la moneda que pasó a ser Inti y Nuevo Sol.
Los vaivenes partidarios, el manejo inadecuado de la imagen de Humala, asociada al presidente Chávez, vendido por la oligarquía peruana, latinoamericana y Estados Unidos como un perturbador que ponía en juego los negocios del gran capital nacional y extranjero, le impidieron al hoy presidente peruano alcanzar la primera magistratura del Estado en su primer intento, cuando todo parecía indicar que tenía el triunfo en las manos. Alan García, el cuasi desahuciado dirigente aprista surgió como ave fénix para montarse en el carro económico de Alberto Fujimori.
En el segundo intento Humala tomó distancia del líder venezolano y se arrimó a Lula, el presidente al que todos reconocen logros económicos y sociales sin precedentes en Brasil. Mario Vargas Llosa, quien en su juventud se arropó con las ideas de izquierda y luego se convertiría en uno de los íconos del conservadurismo en el continente y el mundo, de repente decide apoyar al indígena frente a Keiko, la hija de Fujimori con quien él se enfrentara en 1990.
El respaldo de Vargas Llosa a Humala, bajo el mensaje del miedo a la dictadura de Fujimori y la necesidad de que se apostara a un gobierno que pusiera énfasis en lo social, dio tranquilidad a ciertos sectores que al final se inclinaron por el candidato de la izquierda.
No podemos evaluar aún la administración de Ollanta Humala, que tiene como reto mantener el crecimiento económico que comenzó a producirse en la gestión autoritaria y corrupta de Alberto Fujimori y que continuó durante la administración de Alan García, el hombre que durante su primer gobierno, 1985/1990, hundió al Perú en una de sus crisis más profundas, pues con una política fiscal irresponsable provocó en 1988 una hiperinflación de 1, 722.3% y en 1989 la elevó a 2, 775% lo que llevó a cambiar dos veces la moneda que pasó a ser Inti y Nuevo Sol.
Los vaivenes partidarios, el manejo inadecuado de la imagen de Humala, asociada al presidente Chávez, vendido por la oligarquía peruana, latinoamericana y Estados Unidos como un perturbador que ponía en juego los negocios del gran capital nacional y extranjero, le impidieron al hoy presidente peruano alcanzar la primera magistratura del Estado en su primer intento, cuando todo parecía indicar que tenía el triunfo en las manos. Alan García, el cuasi desahuciado dirigente aprista surgió como ave fénix para montarse en el carro económico de Alberto Fujimori.
En el segundo intento Humala tomó distancia del líder venezolano y se arrimó a Lula, el presidente al que todos reconocen logros económicos y sociales sin precedentes en Brasil. Mario Vargas Llosa, quien en su juventud se arropó con las ideas de izquierda y luego se convertiría en uno de los íconos del conservadurismo en el continente y el mundo, de repente decide apoyar al indígena frente a Keiko, la hija de Fujimori con quien él se enfrentara en 1990.
El respaldo de Vargas Llosa a Humala, bajo el mensaje del miedo a la dictadura de Fujimori y la necesidad de que se apostara a un gobierno que pusiera énfasis en lo social, dio tranquilidad a ciertos sectores que al final se inclinaron por el candidato de la izquierda.
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