En mi entrega de la pasada semana abordé el tema electoral español a propósito de la carta en que el Episcopado reprendía las posturas del PSOE frente al aborto, la enseñanza escolar laica, el matrimonio entre homosexuales y las conversaciones con el grupo separatista vasco ETA.
Dediqué mayor espacio a tratar lo de los etarras debido a que los gobiernistas dieron más importancia al tema respondiéndole a la Iglesia que no usara el terrorismo como recurso de campaña, porque esta institución religiosa que en medio del torneo electoral condena las conversaciones del gobierno de Zapatero con el grupo, participó de forma entusiasta en encuentros que auspició el presidente Aznar.
Afirmé entonces que a propósito de esto, las críticas de los religiosos no venían atadas a cuestiones de principios, sino que la intención más que obvia era favorecer la candidatura del Partido Popular. Finalice diciendo que el separatismo no es cuestión de principio entre los europeos, porque mientras se oponían a la separación del país Vasco promovían, por otro lado, la independencia de Kosovo, una provincia Serbia que se llenó de inmigrantes albaneses que la reclaman como su territorio.
El pasado jueves el diario El País recogió unas declaraciones del presidente Ruso, Vladimir Putin, en las que critica de manera dura lo que definió como el vergonzoso doble rasero de los países europeos frente a la posible independencia kosovar que calificó de ilegal e inmoral.
Tiene Putin razón porque, el señor Javier Solana, canciller europeo de nacionalidad española, que actuó para provocar la carnicería en Serbia que serviría para crear la plataforma separatista de Kosovo, es de los que opina que no puede haber independencia del país Vasco porque esto lastimaría la unidad de España.
Este es el mundo, el de la doble moral, el de la maraña de intereses que provoca las tensiones y las guerras; que acomoda las reglas de juego para la geofagia y la rapiña repugnantes que vienen de izquierda y de derecha.
Publicado en el Listín Diario el 16 de febrero de 2008
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