Por Manolo Pichardo
Leyendo un documento de Danilo Astori, ministro de economía de Uruguay que me fue entregado en el marco de la celebración del XIV encuentro del Foro de Sao Paulo en Montevideo, reafirmo que los problemas latinoamericanos son similares.
Leyendo un documento de Danilo Astori, ministro de economía de Uruguay que me fue entregado en el marco de la celebración del XIV encuentro del Foro de Sao Paulo en Montevideo, reafirmo que los problemas latinoamericanos son similares.
Allí, donde gobierna la izquierda, se acumulan demandas de sectores que creen que el pago de la deuda social y el despegue económico para una justa distribución de las riquezas, aparecerían de un soplo con la llegada a la administración pública de las fuerzas progresistas que están alcanzando el poder por la vía electoral y en el marco de un sistema que sólo permite reformas, no cambios radicales al capitalismo que resultó ser más eficiente, aunque no por ello más justo, que el que colapsó en manos de Gorbachov.
Astori dice, tras advertir que las organizaciones sociales deben interpelar al Estado y abrir canales para que los distintos sectores puedan potenciar sus posibilidades de satisfacción de demandas, que esto no puede confundirse de ninguna manera “con el populismo, que, desde la política y también desde dirigencias gremiales, alimentan la protesta por la protesta, o la demanda que no puede atenderse porque no responde a condiciones reales, económicas y/o políticas, que permitan satisfacerla”.
En semejantes términos se manifestó Daniel Ortega, jefe de una revolución que tomó el poder mediante las armas en Nicaragua, al expresar en el Foro que las fuerzas de izquierda deben hacer los cambios que la realidad les permita.
Pero los que conservan el trasnochado discurso de los 60 y 70, los que no entienden el mundo en que nos toca vivir hoy con las complejidades propias de la globalización que nos hace interdependientes, ubican a Bachelet, Lula, Tabaré y Leonel en la “izquierda neoliberal”. Lo cierto es que las complicaciones de este aldeano planeta demandan de líderes pragmáticos, capaces de convertir los enredos y retos en oportunidades para promover el desarrollo y sociedades más justas e incluyentes, proyectos que asume la izquierda moderna.
Astori dice, tras advertir que las organizaciones sociales deben interpelar al Estado y abrir canales para que los distintos sectores puedan potenciar sus posibilidades de satisfacción de demandas, que esto no puede confundirse de ninguna manera “con el populismo, que, desde la política y también desde dirigencias gremiales, alimentan la protesta por la protesta, o la demanda que no puede atenderse porque no responde a condiciones reales, económicas y/o políticas, que permitan satisfacerla”.
En semejantes términos se manifestó Daniel Ortega, jefe de una revolución que tomó el poder mediante las armas en Nicaragua, al expresar en el Foro que las fuerzas de izquierda deben hacer los cambios que la realidad les permita.
Pero los que conservan el trasnochado discurso de los 60 y 70, los que no entienden el mundo en que nos toca vivir hoy con las complejidades propias de la globalización que nos hace interdependientes, ubican a Bachelet, Lula, Tabaré y Leonel en la “izquierda neoliberal”. Lo cierto es que las complicaciones de este aldeano planeta demandan de líderes pragmáticos, capaces de convertir los enredos y retos en oportunidades para promover el desarrollo y sociedades más justas e incluyentes, proyectos que asume la izquierda moderna.
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