El olor a café y a pan tostado despertaban mi hambre. Era una mañana tibia que añadía satisfacción a aquel encuentro en el restaurante de un viejo hotel que franqueaba el parque central de San Francisco de Macorís. Mi padre ordenó su desayuno y el mío, y mientras esperábamos por el servicio, apareció un hombre blanco y alto, gordo y con aspecto de mastodonte que se sentó a nuestra mesa. Saludó a mi progenitor sin enterarse de que yo existía mientras chupaba un cigarro con aire de distraído.
Su mirada profunda, bigote grande, pelo rizado, traje y corbata negros, le hacían espectral. Sus manos de uñas amarillas se movían como queriendo dibujar las palabras que, hediondas a tabaco, escupía en mi cara de mozalbete. Mi pa’ no le quitaba los ojos de encima, sé que le mortificaban sus lerdos movimientos y las vueltas que, en su extenso y atropellante monólogo, daba como tratando de llegar a un punto espinoso. Aunque yo no entendía de lo que se hablaba me dio la impresión de que antes de aquel encuentro nunca se habían visto, es que aquello parecía un round de estudio: mi boxeador examinaba sin dar un golpe y el contrario amagaba y bailoteaba en el ring sin que sus movimientos de puño hicieran diana.
El hombre de negro no sólo era físicamente fuerte, sino que su discurso, en el que regurgitaba tecnicismos legales, crecía ante el silencio calculado de mi lince que entonces parecía desorientado, parecía no entender nada hasta que el lento parlanchín dijo: “Öademás, era sólo un haitiano, ¿a quién le importará si usted fue el culpable? Don Juan, responsable de mi existencia y apellido, rugió como una fiera respondiendo que ‘’los haitianos son seres humanos igual a todos’’ y que de ningún modo mentiría para librarse de una posible sanción.
“Yo lo atropellé aunque fue un accidente”, dijo. Hubo firmeza en sus palabras y el abogado no tuvo más remedio que encoger sus hombros. Pensé entonces, hundido en las fantasías de mis siete primaveras: ¡ese es mi padre, el más fuerte, el más grande, el que puede ganarle a Jack Veneno!
No hay comentarios:
Publicar un comentario