Por Manolo Pichardo
Listín Diario 14/10/2011.-
El periodista Mauricio Funes llegó al poder en compañía de Rafael Sánchez Cerén, un guerrillero militante del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional, hijo de carpintero, maestro graduado que desde temprano, mientras ejercía de profesor, decide abrazar la causa revolucionaria con el fin de establecer en El Salvador una revolución de carácter socialista.
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La dureza de la lucha en el plano militar pudo moldear su carácter para colocarlo en las posiciones extremas, pero su condición de maestro y su herencia de artesano, le hacen asumir un discurso bien pensado, cercano al de un diplomático y un vicepresidente que tiene claro que su rol de no hacer sombra y no crearle ruidos al primer mandatario, consciente de que ambos son parte de un proyecto político que tiene como finalidad el establecimiento de una sociedad incluyente, próspera y justa.
Por esa prudencia, la diferencia con Funes, un hombre ubicado en la centroizquierda y confeso simpatizante del modelo Lula, al que no pocos de los que se inscriben en la corriente de Sánchez Cerén a nivel continental llaman reformista, el Gobierno y el Frente han podido colocarse por encima de las contradicciones que afloran con frecuencia en el Foro de Sao Paulo y otros espacios en que la izquierda latinoamericana se reúne para definir estrategias unitarias, que le permitan continuar en el exitoso camino de la conquista del poder y las transformaciones políticas, económicas y sociales que demandan los pueblos.
El debate entre los llamados “reformistas” y los que decidieron transitar por el camino de lo que el presidente Hugo Chávez llama “Socialismo del Siglo XXI”, que en principio planteaba cambios profundos en la sociedad venezolana, se ha tornado agrio por momentos, poniendo en vilo el trato fraterno, la camaradería en que intiman los militantes de los partidos que se dan cita de manera permanente en estos foros y que caracteriza estos encuentros.
Hará un par de años, en una actividad internacional organizada por el Partido Socialista Unificado de Venezuela, PSUV, celebrada en Caracas, ante críticas hecha a los gobiernos que han asumido el modelo del ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el entonces secretario de relaciones internacionales del Partido de los Trabajadores del Brasil, PT, y secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, Valter Pomar, dijo que el enemigo no estaba en ese encuentro sino afuera, y lo identificó como el que promueve el hambre y las desigualdades sociales.
Funes está casado con una brasileña petista; le acompañan en su gobierno un gran número de amigos que estuvieron a su lado durante la campaña electoral que le llevó al poder, pero está consciente de que su base de sustentación es el FMLN, y que Sánchez Cerén es un compañero de fórmula confiable.
Por esa prudencia, la diferencia con Funes, un hombre ubicado en la centroizquierda y confeso simpatizante del modelo Lula, al que no pocos de los que se inscriben en la corriente de Sánchez Cerén a nivel continental llaman reformista, el Gobierno y el Frente han podido colocarse por encima de las contradicciones que afloran con frecuencia en el Foro de Sao Paulo y otros espacios en que la izquierda latinoamericana se reúne para definir estrategias unitarias, que le permitan continuar en el exitoso camino de la conquista del poder y las transformaciones políticas, económicas y sociales que demandan los pueblos.
El debate entre los llamados “reformistas” y los que decidieron transitar por el camino de lo que el presidente Hugo Chávez llama “Socialismo del Siglo XXI”, que en principio planteaba cambios profundos en la sociedad venezolana, se ha tornado agrio por momentos, poniendo en vilo el trato fraterno, la camaradería en que intiman los militantes de los partidos que se dan cita de manera permanente en estos foros y que caracteriza estos encuentros.
Hará un par de años, en una actividad internacional organizada por el Partido Socialista Unificado de Venezuela, PSUV, celebrada en Caracas, ante críticas hecha a los gobiernos que han asumido el modelo del ex presidente brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, el entonces secretario de relaciones internacionales del Partido de los Trabajadores del Brasil, PT, y secretario ejecutivo del Foro de Sao Paulo, Valter Pomar, dijo que el enemigo no estaba en ese encuentro sino afuera, y lo identificó como el que promueve el hambre y las desigualdades sociales.
Funes está casado con una brasileña petista; le acompañan en su gobierno un gran número de amigos que estuvieron a su lado durante la campaña electoral que le llevó al poder, pero está consciente de que su base de sustentación es el FMLN, y que Sánchez Cerén es un compañero de fórmula confiable.
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