sábado, 27 de diciembre de 2008

La Navidad y el odio global


Por Manolo Pichardo
Listin Diario 27/12/2008
Occidente celebra, por orientación religiosa, la llegada del Salvador del mundo en medio del odio y la destrucción que nos han acompañado desde que el hombre se fue definiendo como tal y tuvo conciencia de la propiedad privada.
Dominar y defenderse del dominio nos marcan desde que el amor, con su impronta violenta, nos arrastró de gen en gen para raptar el objeto que nos prolongaría como espacie.
Las piedras y el metal sirvieron para construir los instrumentos que hicieran más eficiente el derramamiento de sangre en confrontaciones que, cuerpo a cuerpo, creaban las más dolorosas carnicerías. Hoy, el horror es mayor pues pólvora y uranio enriquecido vuelan sobre nuestra civilización con amagos peligrosos.
Y es que, mientras los todopoderosos con derecho al veto en la ONU, más India, Pakistán e Israel, se aferran al monopolio de la destrucción masiva, Norcorea e Irán defienden su derecho a participar en una posible fiesta destructiva. Los textos religiosos que hablan de la llegada de un salvador dan cuenta de que él predicó el amor, pero el mensaje fue impuesto por su iglesia al filo de la espada y las torturas.
Quizá por esa herencia de odio nacida de un mensaje de amor, Occidente, comandado desde el continente de la Esperanza, recurre a la mentira para afianzar su dominio, para garantizar el acceso a una energía que se agota de manera irremisible mediante un terrorismo de Estado que engendra uno multiforme y sin rostro, tan maldito y desalmado como el primero.
El alma noble que nos debe llevar a la emulación de aquel relato religioso en que se multiplicaron los panes y los peces para dar a los hambrientos, no está presente en los occidentales que nos llamamos cristianos.
Están las armas que destruyen los aparatos productivos de los débiles, con lo que se genera más hambre, enfermedades y desigualdades irritantes. Los zapatazos quizá no resuelvan nada, pero al menos desahogan.

1 comentario:

Anónimo dijo...

te felicito por tus reflexiones, que siempre nos ayudan a dimensionar la gravedad de los problemas que aquejan al munda y la grandeza de la esperanza que acompaña a los humildes., Lorena