Por Manolo Pichardo
Listín Diario 14/12/2008.-
He escuchado a los dirigentes del PRD oponerse al uso de los fondos de pensiones para financiar obras de infraestructura y viviendas para los sectores más necesitados como lo anunció el presidente Fernández esta semana. Argumentan que con ello se pondrían en riesgo las pensiones de los trabajadores.
Como ahora tocan con guitarra, olvidan que cuando lo hacían con violín salvaron los ahorros de los ricos castigando a todo un país y, sobre todo, a los que menos pueden, por lo cual no les luce ahora autoproclamarse como los defensores de los trabajadores.
La capitalización individual, un experimento del neoliberalismo que vino a sustituir el sistema de reparto, sirve, ante la crisis financiera global, como instrumento para implementar políticas de corte keynesianas, al utilizar sus fondos para invertir en obras de infraestructuras y con ello dinamizar la economía mejorando la competitividad del país, generando mayor crecimiento y, como consecuencia, dar a los ciudadanos y ciudadanas mejor calidad de vida.
Lo anunciado por el Presidente de la República no es nada nuevo, pues estos fondos, provenientes de la parte previsional del sistema de seguridad privado que se comenzó a implementar a partir de los años 80s, se invierten de esta manera en los países que han adoptado el régimen de capitalización individual.
En América Latina es común, y Chile, la primera nación en implementarlo, lidera este tipo de inversión y, con su experiencia, ha demostrado que éstas dieron la diversificación que disminuyó el riesgo e incrementó la rentabilidad de los fondos; por ello, Argentina, Brasil, Perú, México, Colombia y otros han imitado la vieja práctica chilena.
No es verdad que los fondos ociosos y en las bóvedas de los bancos están más seguros, pues la crisis financiera global nos ha demostrado que las instituciones de intermediación financiera más poderosas del mundo no están a salvo del colapso. Así pues, con una supervisión estricta de su uso, los fondos de pensiones se deben invertir, no sólo en coyuntura de crisis, sino como política permanente.
Como ahora tocan con guitarra, olvidan que cuando lo hacían con violín salvaron los ahorros de los ricos castigando a todo un país y, sobre todo, a los que menos pueden, por lo cual no les luce ahora autoproclamarse como los defensores de los trabajadores.
La capitalización individual, un experimento del neoliberalismo que vino a sustituir el sistema de reparto, sirve, ante la crisis financiera global, como instrumento para implementar políticas de corte keynesianas, al utilizar sus fondos para invertir en obras de infraestructuras y con ello dinamizar la economía mejorando la competitividad del país, generando mayor crecimiento y, como consecuencia, dar a los ciudadanos y ciudadanas mejor calidad de vida.
Lo anunciado por el Presidente de la República no es nada nuevo, pues estos fondos, provenientes de la parte previsional del sistema de seguridad privado que se comenzó a implementar a partir de los años 80s, se invierten de esta manera en los países que han adoptado el régimen de capitalización individual.
En América Latina es común, y Chile, la primera nación en implementarlo, lidera este tipo de inversión y, con su experiencia, ha demostrado que éstas dieron la diversificación que disminuyó el riesgo e incrementó la rentabilidad de los fondos; por ello, Argentina, Brasil, Perú, México, Colombia y otros han imitado la vieja práctica chilena.
No es verdad que los fondos ociosos y en las bóvedas de los bancos están más seguros, pues la crisis financiera global nos ha demostrado que las instituciones de intermediación financiera más poderosas del mundo no están a salvo del colapso. Así pues, con una supervisión estricta de su uso, los fondos de pensiones se deben invertir, no sólo en coyuntura de crisis, sino como política permanente.
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