El País 29/11/2009.-
Angela Merkel no empieza con buen pie su segundo mandato. La guerra de Afganistán, que se coló sin consecuencias relevantes en el tramo final de la campaña electoral, se ha cobrado la primera víctima importante de su Gobierno: el actual ministro de Trabajo y hasta el mes pasado titular de Defensa, Franz-Josef Jung, del partido cristianodemócrata de la canciller. Jung ha dimitido tras la abrumadora evidencia de que ocultó, pese a conocer los hechos, la muerte de numerosos civiles en un bombardeo en Kunduz solicitado por las tropas alemanas en septiembre pasado. En aquel ataque contra los talibanes, efectuado por aviones estadounidenses, perecieron decenas de civiles, niños y adolescentes entre ellos.
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Jung lo ha estado negando hasta su comparecencia parlamentaria del jueves, precipitada por las irrefutables informaciones del diario Bild. Unas informaciones que la víspera provocaron la destitución del jefe del Ejército alemán y un ex viceministro de Defensa, en aplicación del edificante hábito democrático de que mentir a la ciudadanía desde la responsabilidad política implica por lo menos la pérdida del cargo. Berlín tiene más de 4.000 soldados en Afganistán, una guerra progresivamente impopular entre los alemanes -como en el resto de los países europeos con presencia militar-, a pesar de que el despliegue germano adopta limitaciones claras derivadas de sus imperativos constitucionales. Las tropas están en la región de Kunduz, en el norte, considerada segura durante mucho tiempo, pero donde los talibanes han abierto un nuevo frente que obliga a emplearse a fondo a la aviación de la OTAN.
La dimisión de Jung es la primera crisis del Gobierno de centro derecha tras su reciente victoria electoral. Pero la guerra de Afganistán puede seguir dando quebraderos de cabeza a Merkel en forma de investigación parlamentaria sobre el bombardeo, anunciada por la oposición. Presumiblemente no afectará a la renovación del mandato de las tropas alemanas, prevista por el Parlamento la semana entrante, coincidiendo con el anuncio de Barack Obama de reforzar en varias decenas de miles las fuerzas estadounidenses. No hay duda, sin embargo, de que el episodio ha desacreditado la operación alemana en el país centroasiático; y hace más difícil a Merkel obtener el apoyo de sus conciudadanos para la misión aliada.
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Jung lo ha estado negando hasta su comparecencia parlamentaria del jueves, precipitada por las irrefutables informaciones del diario Bild. Unas informaciones que la víspera provocaron la destitución del jefe del Ejército alemán y un ex viceministro de Defensa, en aplicación del edificante hábito democrático de que mentir a la ciudadanía desde la responsabilidad política implica por lo menos la pérdida del cargo. Berlín tiene más de 4.000 soldados en Afganistán, una guerra progresivamente impopular entre los alemanes -como en el resto de los países europeos con presencia militar-, a pesar de que el despliegue germano adopta limitaciones claras derivadas de sus imperativos constitucionales. Las tropas están en la región de Kunduz, en el norte, considerada segura durante mucho tiempo, pero donde los talibanes han abierto un nuevo frente que obliga a emplearse a fondo a la aviación de la OTAN.
La dimisión de Jung es la primera crisis del Gobierno de centro derecha tras su reciente victoria electoral. Pero la guerra de Afganistán puede seguir dando quebraderos de cabeza a Merkel en forma de investigación parlamentaria sobre el bombardeo, anunciada por la oposición. Presumiblemente no afectará a la renovación del mandato de las tropas alemanas, prevista por el Parlamento la semana entrante, coincidiendo con el anuncio de Barack Obama de reforzar en varias decenas de miles las fuerzas estadounidenses. No hay duda, sin embargo, de que el episodio ha desacreditado la operación alemana en el país centroasiático; y hace más difícil a Merkel obtener el apoyo de sus conciudadanos para la misión aliada.