Listín Diario 15/01/2010.-
Tras la implementación de la ley electoral vigente, los partidos políticos han experimentado transformaciones que sepultan el armazón ideológico que durante años sirvió de plataforma para elaborar los discursos que debían consumir las masas y los votantes que marchaban en busca de soluciones a problemas colectivos, que iban desde los comunitarios a los nacionales.
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La cuestión del voto preferencial, que ya comienza a preocupar a la dirigencia de los partidos, hizo que las consultas internas para elegir los candidatos a cargos electivos, se convirtieran en una carnicería entre iguales que va desgajando de forma preocupante a estas entidades.
El nuevo método de elección forzó a las organizaciones políticas a cambiar su cedazo por una política de puertas abiertas, para que siendo masivas, trasladen las simpatías externas a los procesos internos, con la intención de que a la hora de definir las candidaturas mediante el voto popular, con el trabajo de precampaña interna se adelantara la campaña de los que resultaren postulados. Esta ecuación de masas, votos, popularidad y puertas abiertas, ha derivado en caos, pues todos los arribistas y delincuentes con necesidad de limpiar nombre y fortuna se inscriben en los partidos, y dentro van desplazando a cuadros instruidos en el arte, la teoría y la praxis política, a base de dinero y juegos que riñen con las prácticas democráticas que han ayudado a construir un sistema de partidos fuerte. Pienso, como reflexionan algunos dirigentes políticos, que los partidos cedieron ante la sociedad civil, que logró imponer el actual esquema electoral bajo el calculo de que tras su implementación los electores tendrían la oportunidad de escoger a sus candidatos sin ataduras partidarias, porque no imaginaron que el dinero corrompería el nuevo sistema para abrir paso al congreso a toda suerte de escorias sociales.
Ya no hay chance para que hombres y mujeres decentes de cualquier sector social aspire a ocupar una curul en representación de su partido o comunidad, los espacios se reservan para los que están dispuestos a gastar 20 ó 25 millones de pesos en una candidatura para ocupar un puesto por un período que no le reportará en salarios ni la mitad de lo invertido.
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La cuestión del voto preferencial, que ya comienza a preocupar a la dirigencia de los partidos, hizo que las consultas internas para elegir los candidatos a cargos electivos, se convirtieran en una carnicería entre iguales que va desgajando de forma preocupante a estas entidades.
El nuevo método de elección forzó a las organizaciones políticas a cambiar su cedazo por una política de puertas abiertas, para que siendo masivas, trasladen las simpatías externas a los procesos internos, con la intención de que a la hora de definir las candidaturas mediante el voto popular, con el trabajo de precampaña interna se adelantara la campaña de los que resultaren postulados. Esta ecuación de masas, votos, popularidad y puertas abiertas, ha derivado en caos, pues todos los arribistas y delincuentes con necesidad de limpiar nombre y fortuna se inscriben en los partidos, y dentro van desplazando a cuadros instruidos en el arte, la teoría y la praxis política, a base de dinero y juegos que riñen con las prácticas democráticas que han ayudado a construir un sistema de partidos fuerte. Pienso, como reflexionan algunos dirigentes políticos, que los partidos cedieron ante la sociedad civil, que logró imponer el actual esquema electoral bajo el calculo de que tras su implementación los electores tendrían la oportunidad de escoger a sus candidatos sin ataduras partidarias, porque no imaginaron que el dinero corrompería el nuevo sistema para abrir paso al congreso a toda suerte de escorias sociales.
Ya no hay chance para que hombres y mujeres decentes de cualquier sector social aspire a ocupar una curul en representación de su partido o comunidad, los espacios se reservan para los que están dispuestos a gastar 20 ó 25 millones de pesos en una candidatura para ocupar un puesto por un período que no le reportará en salarios ni la mitad de lo invertido.
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