Quiero olvidar la carretera
que en su gris derramado
entre aftas y descuidos
ocultaba el zafiro y los susurros
de una película que blindaba
los nudos crecidos
que el paciente tiempo armaba
ahogando flashes
que por momento atraparon flores
con vidas cortas y brumosas.
Y porque quiero
aquella larga vena muere
dejando en su torrente escuálido
lámparas de angelicales plumas
que levitan solas haciéndose adultas
que vuelan marcando solares
que van alimentando la vida
y dejando en recipientes
fosilizados
pisadas muertas y moribundas
que mordieron la eternidad
con sus desvíos
Aunque no quiera
la olvido
porque amando aún
el esqueleto que soportaba su asfalto
de vellos y frutales
de humedades y néctares dulces
un recodo oculto guardaba desperdicios
descompuestos
una despensa almacenaba
bocas podridas ojos podridos
manos podridas pechos podridos
palpitaciones podridas pasiones podridas
besos y abrazos podridos
Olvidar la carretera
me es urgente
porque sus desvíos salivares
construidos a la luz
y por los diurnos paseos del engaño
me inducen a vomitar la historia
que nos fundió en uno para crear frutas
frutas lozanas y amorosas
que crecen con nuestras miradas y ademanes
con el molde que les ajusta nuestras palabras
pero con el amor podrido
y sucio de mentiras.
Manolo Pichardo
Santo Domingo, D.N.
Julio 23 de 2010.-
sábado, 7 de agosto de 2010
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