Por Manolo Pichardo
Georgia no produce petróleo, pero el interés por el crudo llevó a estadounidenses y europeos de la unión a promover en 2003 el liderazgo de Mijail Saakashvili contra el de Eduard Shevardnadze, entonces presidente del país, creándole a este último una crisis que le obligó a abandonar el poder.
Shevardnadze, antiguo canciller soviético responsable de promover los cambios que se producían en la URSS de Gorbachov, lo que le dio prestigio y popularidad, no pudo con el pupilo de occidente, adiestrado para lanzar su patria a brazos de Bush y la geofagia gringa que busca abrevaderos fáciles para saciar su patológica sed energética y de poder.
El asunto es que, Georgia, ubicada entre el mar Caspio y el mar del Norte, es un excelente punto para transportar crudo y gas desde Asia central hacia Europa, evitando a Rusia e Irán, lo que se hace a través de los oleoductos y el gasoducto instalados en el país caucásico.
Este corredor energético es vital para los europeos que necesitan cortar la dependencia que tienen del gas natural ruso y para Estados Unidos que busca a toda costa impedir que el país de Putin resurja como una potencia económica.
Esto explica el hecho de que Georgia sea el segundo receptor per cápita del mundo de ayuda estadounidense, sólo por debajo de Israel, su punto de control y dominio de oriente medio.
La crisis georgiana hay que verla desde esta perspectiva. Por eso Abjasia y Osetia del Sur, con una gran presencia de ciudadanos de origen ruso, que buscan separarse de Georgia, cuentan con el apoyo de Putin y Madvédev, mientras el presidente de aquel país desató una limpieza étnica con el apoyo de accidente que le quiere premiar con una membrecía en la OTAN, contrario a lo que ocurrió con Slobodan Milosevic sometido a la Corte Internacional de Justicia de La Haya por ser el protagonista de una guerra que pretendía aplastar el movimiento separatista Kosovar apoyado por EE.UU y la UE. Con el retiro de las tropas rusas la cosa no termina porque Bush quiere acceso fácil a la energía de aquella región, Europa quiere evitar la dependencia y Rusia siente que la cercan para estrangularla.
La crisis georgiana hay que verla desde esta perspectiva. Por eso Abjasia y Osetia del Sur, con una gran presencia de ciudadanos de origen ruso, que buscan separarse de Georgia, cuentan con el apoyo de Putin y Madvédev, mientras el presidente de aquel país desató una limpieza étnica con el apoyo de accidente que le quiere premiar con una membrecía en la OTAN, contrario a lo que ocurrió con Slobodan Milosevic sometido a la Corte Internacional de Justicia de La Haya por ser el protagonista de una guerra que pretendía aplastar el movimiento separatista Kosovar apoyado por EE.UU y la UE. Con el retiro de las tropas rusas la cosa no termina porque Bush quiere acceso fácil a la energía de aquella región, Europa quiere evitar la dependencia y Rusia siente que la cercan para estrangularla.
Publicado en el Listín Diario el sábado 6 de septiembre de 2008
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