Por: Luis O. Brea Franco
Areíto de Hoy 15/11/2008.-
En un apunte del diario de Chernishevski, de principio del 1850, se revela la gran crisis religiosa que desgarra su espíritu.
El trance se origina en la lectura y reflexión de un libro de un filósofo alemán contemporáneo suyo. El pensador es Ludwig Feuerbach (1804-1872), quien era, quizás, en ese momento, el más conocido discípulo de Hegel y pertenecía a la corriente de “los jóvenes hegelianos” o de “la izquierda hegeliana”. El libro en cuestión se titula: “La esencia del cristianismo”.
Chernishevski escribe: “En lo concerniente a la religión no sé que decir. En este momento no estoy seguro de si estoy convencido de la existencia de Dios, de la inmortalidad del alma y de todo lo que se deriva de esto. En teoría, me inclinaría más por no creer; empero, en lo personal me siento inseguro, sin una convicción firme y sin la voluntad necesaria para romper con la visión tradicional en que he sido educado. Si fuese valiente en la negación, sería un seguidor de Feuerbach.”
En otra anotación del mismo año, del 15 de septiembre, encontramos que se ha producido una profunda mutación; confiesa Chernishevski: “El escepticismo en materia religiosa ha alcanzado un punto tal que podría decir sin temor, que soy devoto, con toda mi alma, de la doctrina de Feuerbach.”
¿Qué tenía de esencial y decisivo para su propio tiempo el pensamiento de Feuerbach: de qué trataba, de dónde provenían las bases de su reflexión y, de qué manera pudo llegar a transformar y enriquecer la fase formativa del joven Chernishevski hasta causar en él una vaporización de sus arraigadas creencias cristianas? Estas son cuestiones que debemos responder, pero primero, estimo, debemos hacernos una idea de los que significa hablar de “derecha o izquierda” hegeliana.
Como es sabido, los discípulos de Hegel, después de su muerte acaecida en 1831, se dividen en dos grupos firmemente contrapuestos con respecto a las posibilidades de interpretar y de apropiarse de la herencia filosófica dejada por el maestro. Nacen así las diferenciaciones que caracterizarían a la “derecha” y a la “izquierda” hegeliana.
En efecto, los discípulos de Hegel se agruparán en lo adelante según asuman cuál debe ser el papel de la filosofía con respecto a lo que debe considerarse como “la realidad”, como el fundamento de la religión, de la historia, del ordenamiento social y político y sobre cuál es la función de la crítica filosófica. La “derecha” hegeliana se concentra en continuar el desarrollo del sistema elaborado por el maestro, y toma como referente categórico las dos últimas obras publicadas por Hegel, “La filosofía del derecho” y “La filosofía de la religión”, presentadas ambas en 1821. En ellas su autor intenta justificar el “status quo” histórico, político y social alcanzado por el represivo reino de Prusia por esos años.
Los discípulos de la derecha asumen estos aspectos como los elementos centrales del núcleo fundamental del pensamiento del maestro. Esto los conduce a privilegiar su teoría de la historia –que legitima el pasado y lo que de este deriva-; los lleva a concebir como punto de arribo y culminación del sistema -donde se “cumple la unidad inmediata de la esencia interna y de la existencia externa, como “la realidad” en sentido «enfático» de la palabra”, según lo expresa Hegel en “La lógica”- el Estado prusiano y la religión oficial del Estado -tomados en su sentido actual, es decir, como son en 1821. Tales serían, para ellos, los aspectos esenciales de la realidad.
Esta visión utiliza el pensamiento del filósofo para legitimar una situación histórica específica. Termina la filosofía hegeliana concibiendo como el paradigma cumplido de la realidad de la vida política, religiosa y económica un tipo de Estado, históricamente determinado: el burgués prusiano y sus instituciones; una religión específica, la protestante y un modo económico de producción, el capitalista.
Hay un aforismo donde el filósofo condensa los resultados alcanzados por su reflexión durante este período; aparece en el prólogo de “La filosofía del derecho”, y servirá para marcar la diferencia entre la derecha y la izquierda hegeliana, según se lo interprete: “Todo lo real es racional, todo lo racional es real”.
Para la derecha hegeliana el sentido del enunciado trasluce en lo que la primera parte de la expresión indica. Es decir, lo real -en cuanto actualidad, esto es, lo histórico al 1821- está representado por unas instituciones concretas vigentes: las estructuras del Estado prusiano y sus instituciones religiosas y sociales. Estas, por ser consecuencias de la historia vienen a representar la realidad plena, y por ello deben considerarse como “la concreta realización de lo racional en el mundo”.
Si aceptamos este enfoque, esto quiere decir que tendríamos que considerar como correcto y deseable permanecer en el estado de cosas existente, puesto que al ser éste “racional”, viene a manifestarse como el estado de cosas que representa lo verdadero, lo coherente.
Vendría a ser lo más adecuado con la finalidad racional en cuanto sería la más avanzada realización de lo racional y, en si mismo, debería concebirse como lo mejor, lo más logrado y perfecto. Por ello mismo sería de considerar como lo históricamente insuperable. Esta situación vendría a revelarse como el estatus final y la culminación de la historia.
Para los jóvenes hegelianos, o hegelianos de izquierda, por otra parte, lo que es fundamental de la herencia hegeliana es el punto de vista crítico. Lo determinante que Hegel trae al mundo sería su método, la dialéctica. Por esto recalcan, del enunciado señalado más arriba, la segunda parte, es decir, que para ellos lo que hay que destacar como la enseñanza capital del maestro es que la razón es fundamentalmente crítica, y sólo será real y verdadero lo que así se determine a partir de la crítica. Por ello consideran, que la razón en cuanto crítica siempre está en movimiento, nunca descansa ni se conforma con los resultados alcanzados, siempre está despierta y dispuesta a someter al análisis y a la discusión todos los resultados alcanzados.
La actitud y la capacidad crítica es, para ellos, el concreto y productivo legado hegeliano. Para los jóvenes hegelianos lo esencial de Hegel es la dialéctica y por ello se dedicarán a perfeccionarla y a aplicarla a los más diversos ámbitos de realidad.
En síntesis: Al ingresar a la universidad, Chernishevski se topa con el libro “La esencia del cristianismo” de Ludwig Feuerbach, discípulo de Hegel y líder de los hegelianos de izquierda. El pensador ruso termina por rendirse a la argumentación de Feuerbach y abandona el cristianismo. Para ilustrar al lector se explica lo que se entiende con la expresión “derecha” o “izquierda” hegeliana y las diferencias históricas de ambas visiones del pensamiento de Hegel.
El trance se origina en la lectura y reflexión de un libro de un filósofo alemán contemporáneo suyo. El pensador es Ludwig Feuerbach (1804-1872), quien era, quizás, en ese momento, el más conocido discípulo de Hegel y pertenecía a la corriente de “los jóvenes hegelianos” o de “la izquierda hegeliana”. El libro en cuestión se titula: “La esencia del cristianismo”.
Chernishevski escribe: “En lo concerniente a la religión no sé que decir. En este momento no estoy seguro de si estoy convencido de la existencia de Dios, de la inmortalidad del alma y de todo lo que se deriva de esto. En teoría, me inclinaría más por no creer; empero, en lo personal me siento inseguro, sin una convicción firme y sin la voluntad necesaria para romper con la visión tradicional en que he sido educado. Si fuese valiente en la negación, sería un seguidor de Feuerbach.”
En otra anotación del mismo año, del 15 de septiembre, encontramos que se ha producido una profunda mutación; confiesa Chernishevski: “El escepticismo en materia religiosa ha alcanzado un punto tal que podría decir sin temor, que soy devoto, con toda mi alma, de la doctrina de Feuerbach.”
¿Qué tenía de esencial y decisivo para su propio tiempo el pensamiento de Feuerbach: de qué trataba, de dónde provenían las bases de su reflexión y, de qué manera pudo llegar a transformar y enriquecer la fase formativa del joven Chernishevski hasta causar en él una vaporización de sus arraigadas creencias cristianas? Estas son cuestiones que debemos responder, pero primero, estimo, debemos hacernos una idea de los que significa hablar de “derecha o izquierda” hegeliana.
Como es sabido, los discípulos de Hegel, después de su muerte acaecida en 1831, se dividen en dos grupos firmemente contrapuestos con respecto a las posibilidades de interpretar y de apropiarse de la herencia filosófica dejada por el maestro. Nacen así las diferenciaciones que caracterizarían a la “derecha” y a la “izquierda” hegeliana.
En efecto, los discípulos de Hegel se agruparán en lo adelante según asuman cuál debe ser el papel de la filosofía con respecto a lo que debe considerarse como “la realidad”, como el fundamento de la religión, de la historia, del ordenamiento social y político y sobre cuál es la función de la crítica filosófica. La “derecha” hegeliana se concentra en continuar el desarrollo del sistema elaborado por el maestro, y toma como referente categórico las dos últimas obras publicadas por Hegel, “La filosofía del derecho” y “La filosofía de la religión”, presentadas ambas en 1821. En ellas su autor intenta justificar el “status quo” histórico, político y social alcanzado por el represivo reino de Prusia por esos años.
Los discípulos de la derecha asumen estos aspectos como los elementos centrales del núcleo fundamental del pensamiento del maestro. Esto los conduce a privilegiar su teoría de la historia –que legitima el pasado y lo que de este deriva-; los lleva a concebir como punto de arribo y culminación del sistema -donde se “cumple la unidad inmediata de la esencia interna y de la existencia externa, como “la realidad” en sentido «enfático» de la palabra”, según lo expresa Hegel en “La lógica”- el Estado prusiano y la religión oficial del Estado -tomados en su sentido actual, es decir, como son en 1821. Tales serían, para ellos, los aspectos esenciales de la realidad.
Esta visión utiliza el pensamiento del filósofo para legitimar una situación histórica específica. Termina la filosofía hegeliana concibiendo como el paradigma cumplido de la realidad de la vida política, religiosa y económica un tipo de Estado, históricamente determinado: el burgués prusiano y sus instituciones; una religión específica, la protestante y un modo económico de producción, el capitalista.
Hay un aforismo donde el filósofo condensa los resultados alcanzados por su reflexión durante este período; aparece en el prólogo de “La filosofía del derecho”, y servirá para marcar la diferencia entre la derecha y la izquierda hegeliana, según se lo interprete: “Todo lo real es racional, todo lo racional es real”.
Para la derecha hegeliana el sentido del enunciado trasluce en lo que la primera parte de la expresión indica. Es decir, lo real -en cuanto actualidad, esto es, lo histórico al 1821- está representado por unas instituciones concretas vigentes: las estructuras del Estado prusiano y sus instituciones religiosas y sociales. Estas, por ser consecuencias de la historia vienen a representar la realidad plena, y por ello deben considerarse como “la concreta realización de lo racional en el mundo”.
Si aceptamos este enfoque, esto quiere decir que tendríamos que considerar como correcto y deseable permanecer en el estado de cosas existente, puesto que al ser éste “racional”, viene a manifestarse como el estado de cosas que representa lo verdadero, lo coherente.
Vendría a ser lo más adecuado con la finalidad racional en cuanto sería la más avanzada realización de lo racional y, en si mismo, debería concebirse como lo mejor, lo más logrado y perfecto. Por ello mismo sería de considerar como lo históricamente insuperable. Esta situación vendría a revelarse como el estatus final y la culminación de la historia.
Para los jóvenes hegelianos, o hegelianos de izquierda, por otra parte, lo que es fundamental de la herencia hegeliana es el punto de vista crítico. Lo determinante que Hegel trae al mundo sería su método, la dialéctica. Por esto recalcan, del enunciado señalado más arriba, la segunda parte, es decir, que para ellos lo que hay que destacar como la enseñanza capital del maestro es que la razón es fundamentalmente crítica, y sólo será real y verdadero lo que así se determine a partir de la crítica. Por ello consideran, que la razón en cuanto crítica siempre está en movimiento, nunca descansa ni se conforma con los resultados alcanzados, siempre está despierta y dispuesta a someter al análisis y a la discusión todos los resultados alcanzados.
La actitud y la capacidad crítica es, para ellos, el concreto y productivo legado hegeliano. Para los jóvenes hegelianos lo esencial de Hegel es la dialéctica y por ello se dedicarán a perfeccionarla y a aplicarla a los más diversos ámbitos de realidad.
En síntesis: Al ingresar a la universidad, Chernishevski se topa con el libro “La esencia del cristianismo” de Ludwig Feuerbach, discípulo de Hegel y líder de los hegelianos de izquierda. El pensador ruso termina por rendirse a la argumentación de Feuerbach y abandona el cristianismo. Para ilustrar al lector se explica lo que se entiende con la expresión “derecha” o “izquierda” hegeliana y las diferencias históricas de ambas visiones del pensamiento de Hegel.
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