El País 03/06/2011.-
Durísima intervención la de este mediodía en las jornadas del Cercle d'Economia en Sitges del premio Nobel de Economía en 2001, Joseph Stiglitz sobre las políticas de austeridad que han emprendido Estados Unidos y los países europeos para combatir la crisis económica. En su opinión, condenan a estos países y sus ciudadanos a la debilidad al tiempo que favorecen a la banca. Stiglitz ha comenzado asegurando que comprende las protestas que han tomado las plazas en las grandes ciudades españolas: "Estas situaciones no son sorprendentes, lo sorprendente es que la gente tardara tanto en protestar", ha afirmado después de repasar indicadores macroeconómicos como la elevada tasa de paro.
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En el caso de Estados Unidos, ha destacado, el país se enfrenta por primera vez a la generalización del paro de largo plazo, con millones de ciudadanos que llevan más de 99 semanas sin empleo, una situación dramática que ha llevado a siete millones de personas a perder su hogar, mientras el precio de la vivienda sigue cayendo en barrena.
En opinión del premio Nobel las medidas de austeridad emprendidas en occidente "parecen ser las erróneas". De entrada, ha dicho, la fórmula es razonable, comprensible, pero el legado de la deuda y el lastre del estallido de la burbuja inmobiliaria -que antes de la recesión copaba el 40% de la inversión- pesan de tal forma que a quien se acaba ayudando es a los bancos y no a la ciudadanía. El mayor ejemplo, ha dicho Stiglitz, es el de Grecia. "La austeridad ha provocado una caída general, de salarios, consumo, impuestos... que no ha hecho sino empeorar las cosas". En su opinión las secuencias de los rescates empeoran la situación: "Se traspasó la deuda del sector privado al Gobierno, que tiene que responder con un recorte que experimentan los ciudadanos". El caso de Grecia, ha criticado, "ha sido una protección de los bancos europeos", muy endeudados, que son los acreedores del país. Conclusión: "La austeridad condenará a Estados Unidos y Europa a un bajo crecimiento, al estancamiento. Estaremos socavando no solo las economías sino los cimientos de nuestra sociedad".
Frente a la fórmula de los rescates, Stiglitz ha apostado por un fondo de solidaridad a nivel europeo o bien una reestructuración de la deuda de los países afectados por la crisis. En este sentido también ha cargado contra los bancos centrales, que ha dicho, "siempre culpan a otro". En el caso del Banco Central Europeo (BCE), ha cuestionado que "se preocupe solo por la inflación", lo que lleva a prever una subida de los tipos de interés que provocará problemas para las exportaciones. Según Stiglitz, el BCE olvida otros mandatos como el crecimiento económico.
Stiglitz sostiene que la actual crisis se veía a venir. "Existía una economía débil que la burbuja ocultaba". Y esta debilidad afectó a las clases populares en lo que ha denominado "infraconsumo". "La franja inferior consume en proporción mayor a la superior y esto provoca debilidad", ha dicho. "Esta situación no es sostenible y todo lo que no es sostenible no se puede sostener, en algún momento debía desmoronarse", ha resumido en una frase que ha provocado la sonrisa del auditorio.
Stiglitz no ha sido menos crítico con las economías emergentes, como la China. Sus mercados internos, ha dicho, todavía pueden explotar, pero no tienen capacidad para ofrecer, en el futuro, bases de recuperación. Además, ha apuntado, importar sus problemas será cada vez más caro, con nefastas consecuencias sobre occidente. Tampoco ha salvado organismos que sobre el papel pueden solucionar problemas, como el G20: "Funciona cuando se garantiza cohesión y perspectiva común, ahora es difícil".
En opinión del premio Nobel las medidas de austeridad emprendidas en occidente "parecen ser las erróneas". De entrada, ha dicho, la fórmula es razonable, comprensible, pero el legado de la deuda y el lastre del estallido de la burbuja inmobiliaria -que antes de la recesión copaba el 40% de la inversión- pesan de tal forma que a quien se acaba ayudando es a los bancos y no a la ciudadanía. El mayor ejemplo, ha dicho Stiglitz, es el de Grecia. "La austeridad ha provocado una caída general, de salarios, consumo, impuestos... que no ha hecho sino empeorar las cosas". En su opinión las secuencias de los rescates empeoran la situación: "Se traspasó la deuda del sector privado al Gobierno, que tiene que responder con un recorte que experimentan los ciudadanos". El caso de Grecia, ha criticado, "ha sido una protección de los bancos europeos", muy endeudados, que son los acreedores del país. Conclusión: "La austeridad condenará a Estados Unidos y Europa a un bajo crecimiento, al estancamiento. Estaremos socavando no solo las economías sino los cimientos de nuestra sociedad".
Frente a la fórmula de los rescates, Stiglitz ha apostado por un fondo de solidaridad a nivel europeo o bien una reestructuración de la deuda de los países afectados por la crisis. En este sentido también ha cargado contra los bancos centrales, que ha dicho, "siempre culpan a otro". En el caso del Banco Central Europeo (BCE), ha cuestionado que "se preocupe solo por la inflación", lo que lleva a prever una subida de los tipos de interés que provocará problemas para las exportaciones. Según Stiglitz, el BCE olvida otros mandatos como el crecimiento económico.
Stiglitz sostiene que la actual crisis se veía a venir. "Existía una economía débil que la burbuja ocultaba". Y esta debilidad afectó a las clases populares en lo que ha denominado "infraconsumo". "La franja inferior consume en proporción mayor a la superior y esto provoca debilidad", ha dicho. "Esta situación no es sostenible y todo lo que no es sostenible no se puede sostener, en algún momento debía desmoronarse", ha resumido en una frase que ha provocado la sonrisa del auditorio.
Stiglitz no ha sido menos crítico con las economías emergentes, como la China. Sus mercados internos, ha dicho, todavía pueden explotar, pero no tienen capacidad para ofrecer, en el futuro, bases de recuperación. Además, ha apuntado, importar sus problemas será cada vez más caro, con nefastas consecuencias sobre occidente. Tampoco ha salvado organismos que sobre el papel pueden solucionar problemas, como el G20: "Funciona cuando se garantiza cohesión y perspectiva común, ahora es difícil".
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