Perspectiva Ciudadana 10/05/2010.-
Los actos de genuflexión de nuestros gobiernos ante las políticas y los intereses estadounidenses han costado caro a nuestro país. Podría decirse, sin temor a equivocarnos, que nos han costado el futuro que es hoy nuestro presente.
Petrocaribe es un caso. El acuerdo estuvo durmiendo un sueño de casi cuatro años durante la administración perredeista 2000 – 2004.
Había entonces miedo de que “papá Bush” y los negocios petroleros se incomodaran y tronara Washington vetando la reelección reconquistada todos sabemos cómo.
El colmo de esa política internacional de arrodillamiento se alcanzó cuando el gobierno de Hipólito Mejìa decidió enviar soldados dominicanos para legitimar la guerra mentirosa y corrupta desatada por Bush contra Irak.
Si la memoria no me falla, sólo nuestro país y El Salvador gobernado por la nefasta ARENA se prestaron a legitimar la aventura de Bush en Irak.
Los soldados dominicanos regresaron de Irak tan pronto las encuestas con miras a las elecciones de 2004 empezaron a decir que el pueblo dominicano condenaba esa acción de servidumbre.
Pero la política dominicana en materia petrolera sigue siendo un filón para saber lo que ha costado a nuestro futuro ese entreguismo.
El presidente Leonel Fernández acaba de firmar el acuerdo de venta del 49% de las acciones de Refidomsa al Estado venezolano—que no a Hugo Chávez, como venden derechistas malintencionados—45 años después que lo propusiera Juan Bosch en 1975 a Joaquín Balaguer.
Balaguer no quiso entonces hacer caso a la propuesta de Bosch por las mismas razones por que se mantuvo durmiendo Petrocaribe hasta la llegada del presidente Fernández en 2004.
No quería el caudillo reformista, ansioso como vivía de reelecciones eternas, malquistarse con el lobby petrolero de Shell y el gobierno de EE UU.
Hoy sabemos que antes que Bosch la propuesta se la había hecho el expresidente venezolano Raúl Leoni al jefe colorao y éste igualmente la engavetó.
El costo de semejante entreguismo hay que medirlo en futuro. Futuro perdido. Recursos, empleos, riqueza e independencia perdidos por nuestro pueblo a causa de políticos genuflexos y políticas de genuflexión.
Con eso seria suficiente para medir la magnitud del acuerdo firmado por los presidentes Fernández y Chávez la pasada semana.
Y lo sería también para aquilatar en su justa dimensión la independencia de la política internacional seguida por Leonel Fernández si no recordáramos que, mientras en 1979 el gobierno perredeista rechazó la ayuda de Cuba en médicos y medicinas que vendrían a aliviar las penurias dejadas por el huracán David, el hoy presidente dominicano, contrariando los consejos de ciertos sectores, en su primer mandato invitó a Fidel Castro a visitar nuestro país—su primera visita de Estado a República Dominicana—e impuso sobre el pecho del revolucionario cubano la Orden de Duarte, Sánchez y Mella.
Pero Leonel Fernández fue de los primeros en condenar el golpe de Estado contra Honduras, orquestado desde Estados Unidos con la oligarquía empresarial y militar hondureña, y ha sido permanente impugnador del capitalismo de casino que nos ha llevado a la hecatombe económica y se ceba hoy contra Grecia, Portugal y España.
Dichos sean tales botones de muestra de esa política internacional porque sería de gente muy mezquina—parafraseando a Martí—fijarse solamente en las manchas en el plumón del cóndor. En mi próxima perspectiva vuelvo sobre el tema desde otro ángulo.
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