Por Náyila Pichardo
Al Compás, Listín Diario 08/05/2010.-
Ayer conocí a un niño nuevo en mi clase. Al principio me pareció muy grande comparado con nosotros, los demás niños de cuarto de la primaria; se sentó en la butaca del fondo, a un lado de mí, me dijo que su nombre era Siul y lo que me contó a continuación es algo que vale la pena repetir.
Me habló sobre el planeta Arreit, ubicado en la Vía de Dulce de Leche Cortada cercano al planeta rojo de las calderas. Me contó las costumbres de los arreitianos, que comían postre antes del almuerzo y golosinas en la cena, asistían a la escuela los fines de semana y celebraban navidad el año completo, también contaban al revés y leían historietas de Paquito en vez del periódico. Pero lo más importante no era eso, sino la razón por la cual los arreitianos habían sido obligados a abandonar su planeta; una lluvia inmensa de súper choco bolas monstruo.
Para los arreitanos no había cosa peor que el chocolate, ya que este le causaba alergia, Siul me explicó algo sobre una sustancia dulce en el chocolate que para ellos resultaba tóxica pero no me acuerdo de su nombre, el caso es que los arreitanos se encontraban en grave problema y necesitaban huir del planeta antes de que los monstruos de chocolate llegaran. La gente corría alborotada por las calles de agua hacía los aeropuertos, pero eran demasiados para tan pocos aviones y no sabían hacia donde dirigirse.
Entonces al gran jefe del pequeño pueblo de Arreit, que contaban con apenas tres mil habitantes, se le ocurrió una idea, construir una maquina que los tele trasportara al planeta habitado más cercano, así que buscaron a los científicos más grandes del pueblo: Trebla y Niwrad, que tenían poco tiempo para construir la dichosa máquina propuesta por el jefe.
Los habitantes de Arreit esperaron dos días sin dormir hasta que se anunció que la maquina había sido terminada y era un éxito total. Ahora la pregunta era hacía donde los dirigiría aquella maquina tele transportadora espacial. Los científicos le hablaron sobre ese planeta llamabo Tierra y le contaron sobre sus costumbres de comer postre después del almuerzo y vegetales en la cena.
El cielo se había empezado a volver de un color marrón chocolatoso y las primeras choco bolas de tamaño microscópico se sentían en el aire. Los arreitanos empezaron a entrar en la máquina de diez en diez y en una hora el planeta estaba desolado y las súper choco bolas monstruo caían del cielo como bombas.
Y así llegó Siul, el gran extraterrestre, a mi salón de clases, escribiendo al revés su breve aventura en el planeta de Arreit.
Para los arreitanos no había cosa peor que el chocolate, ya que este le causaba alergia, Siul me explicó algo sobre una sustancia dulce en el chocolate que para ellos resultaba tóxica pero no me acuerdo de su nombre, el caso es que los arreitanos se encontraban en grave problema y necesitaban huir del planeta antes de que los monstruos de chocolate llegaran. La gente corría alborotada por las calles de agua hacía los aeropuertos, pero eran demasiados para tan pocos aviones y no sabían hacia donde dirigirse.
Entonces al gran jefe del pequeño pueblo de Arreit, que contaban con apenas tres mil habitantes, se le ocurrió una idea, construir una maquina que los tele trasportara al planeta habitado más cercano, así que buscaron a los científicos más grandes del pueblo: Trebla y Niwrad, que tenían poco tiempo para construir la dichosa máquina propuesta por el jefe.
Los habitantes de Arreit esperaron dos días sin dormir hasta que se anunció que la maquina había sido terminada y era un éxito total. Ahora la pregunta era hacía donde los dirigiría aquella maquina tele transportadora espacial. Los científicos le hablaron sobre ese planeta llamabo Tierra y le contaron sobre sus costumbres de comer postre después del almuerzo y vegetales en la cena.
El cielo se había empezado a volver de un color marrón chocolatoso y las primeras choco bolas de tamaño microscópico se sentían en el aire. Los arreitanos empezaron a entrar en la máquina de diez en diez y en una hora el planeta estaba desolado y las súper choco bolas monstruo caían del cielo como bombas.
Y así llegó Siul, el gran extraterrestre, a mi salón de clases, escribiendo al revés su breve aventura en el planeta de Arreit.
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