la suerte que vertí desde la hondura
de mi pena
de mis desoladas alas
de mis rotas y brumosas
andanzas juveniles trepadas
en andamios de sueños
confiadas en la inocencia dehiscentes de los niños
Mis alegrías eran grutas porosas
perneadas por repentinos golpes
de malezas
y salidas muertas y angostas
salidas que me entraban
a mundos nublados y de pastos secos
como el desierto que hierve
en confusiones
como el mar que mata las olas
Dominaba el mundo
desde las alturas rascando estrellas
pero mis pasos en tierra
los ríos que se mueven
en mis entrañas ceden sus caudales
a la tristeza
a todos los caminos que han empedrado
mi suerte
por el largo amor que resbaló
de súbito para morir ahogado
en las salivas que pasaban
predicando ternura.
Una ventanilla me regalaba El Mundo
un avión ensordecía el presente
avivaba las historias que se vestían de ternura
e inocencia
de papalotes y olor a libros de texto nuevos:
eran pensamientos blanquinegros
de mi infancia transparente
y una adultez que a prisa
quiere meterse entra las llamas y el humo
de un cigarro que se esconde
en los oscuros rincones de bares
que se alimentan de las penas.
Manolo Pichardo
Santo Domingo, D.N.
Marzo 14 de 2010.-
No hay comentarios:
Publicar un comentario