La liviandad de su espíritu
salta entre nenúfares
para huir del viento que le persigue
del viento pesado que cargó de violencia el desamor
Ya en su pensamiento no hierve
el alma con pisadas de mastodonte
porque hasta en sus huesos y músculos
hasta en su piel no tan virgen
es una libre libélula
atrapada en desencuentros
Oculta sus ojos del Sol
para no revelar su angustia
y las debilidades que le corroen
que le llevan a disparar palabras
a disparar ademanes lágrimas gritos y murmullos
para escudarse para salvar lo que queda
de su nimbo maltrecho
de la estela de espumas limpias
que se enturbiaron en los tropezones recónditos
que apañó la niebla diurna
y citadina
Ya es una pluma:
levita:
no es el ave dura que rompía el aire
no es la voz que firme prescindió de escudos
para avanzar como obelisco
sin resquicio para las dudas
sin recodo para ocultar los lodos indelebles
que persiguen a los mortales:
no tienen pesas sus zapatos
y sus pies son hojas sueltas y tiradas
que van por donde soplan los verbos
sórdidos y seductores.
Manolo Pichardo
Santo Domingo, D.N.
12 de junio de 2010.-
sábado, 12 de junio de 2010
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