Se cree el gigoló de la diosa de la venda en los ojos. El que mete a Franco al talego después de muerto, el guardián de Kafka, que ni siquiera puede ser mirado por los pillados, va a ser picado por otras cucarachas cuando las utopías se pican en hamburgueserías. Es el alguacil alguacilado, demonio enguacilado o alguacil endemoniado. Garzón quiso meter en la trena a los dos partidos y, al final, ha sido estoqueado. Le acusan de prevaricación continuada no por perseguir a la sombra de Caín, sino por falta de competencia y porque las matanzas están prescritas.
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Las dos siglas lo utilizaron, una contra otra, otra contra una, lo sacaron a bailar llevándole de la cintura. De Gaulle pensaba que la cintura de BB era la primera industria de Francia. El Estado español ha sacado en su escaparate la cintura de oro del Juzgado número 5, el Gary Cooper de Jaén. Si no hubiera perdido tanto tiempo matando chanchitos o en el palco de los toros, hubiera sabido que también Cicerón se hizo ególatra y le cortaron las manos. A Danton, la Justicia revolucionaria le recortó la cabeza. La Justicia no es ciega, es tuerta. Se iba engarabitando la fiera trepadora en la cucaña del Estado. Lo caló Carmen Tagle, vio en él su afán de relumbrar, su neurosis por ocupar el primer puesto de la creación.
Estuve en el juicio contra Javier Gómez de Liaño, el que creía que la ley era igual para todos. Le quitaron el excelentísimo señor, la Raimunda, la sotanilla y las puñetas. Lo machacaron con la ayuda de Garzón. Ahora le pregunto:
-¿Qué sientes: sorpresa o estupefacción?
-Estupefacción. Aparte de grande, la noticia es mala para todos. El hecho de que un juez quede ante los ojos de la gente como un hombre injusto es preocupante.
-¿Crees que Garzón juzga desde tribunas extrañas al Derecho?
-Se ha caracterizado por la pasión de fidelidad a las siglas del partido que gobierna, por el que se presentó a las elecciones como candidato número dos por Madrid. Las penúltimas cosas que se le pudieron oír fue llamar asesino a Aznar. Baltasar es un juez-político o un político-juez. Aunque se disfrace de juez antepone el fin a la norma y el resultado al procedimiento. En opinión de Dieter Simon, el juez político es el abominable usurpador del trono que corresponde al juez neutral.
-Eso son sombras, no pruebas.
-En el Derecho, más que sombras, se habla de apariencias. Se ha ganado a pulso las sospechas de falta de neutralidad.
-¿No llaman narcisismo y bulimia procesal a la autoestima?
-La autoestima nunca está mal, pero Garzón la derrocha. Lo que más sobresale de su personalidad es el constante amor por sí mismo.
Javier es tan buen tipo que no se alegra cuando pasa por delante de su casa el espectro del ropón enemigo.
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Las dos siglas lo utilizaron, una contra otra, otra contra una, lo sacaron a bailar llevándole de la cintura. De Gaulle pensaba que la cintura de BB era la primera industria de Francia. El Estado español ha sacado en su escaparate la cintura de oro del Juzgado número 5, el Gary Cooper de Jaén. Si no hubiera perdido tanto tiempo matando chanchitos o en el palco de los toros, hubiera sabido que también Cicerón se hizo ególatra y le cortaron las manos. A Danton, la Justicia revolucionaria le recortó la cabeza. La Justicia no es ciega, es tuerta. Se iba engarabitando la fiera trepadora en la cucaña del Estado. Lo caló Carmen Tagle, vio en él su afán de relumbrar, su neurosis por ocupar el primer puesto de la creación.
Estuve en el juicio contra Javier Gómez de Liaño, el que creía que la ley era igual para todos. Le quitaron el excelentísimo señor, la Raimunda, la sotanilla y las puñetas. Lo machacaron con la ayuda de Garzón. Ahora le pregunto:
-¿Qué sientes: sorpresa o estupefacción?
-Estupefacción. Aparte de grande, la noticia es mala para todos. El hecho de que un juez quede ante los ojos de la gente como un hombre injusto es preocupante.
-¿Crees que Garzón juzga desde tribunas extrañas al Derecho?
-Se ha caracterizado por la pasión de fidelidad a las siglas del partido que gobierna, por el que se presentó a las elecciones como candidato número dos por Madrid. Las penúltimas cosas que se le pudieron oír fue llamar asesino a Aznar. Baltasar es un juez-político o un político-juez. Aunque se disfrace de juez antepone el fin a la norma y el resultado al procedimiento. En opinión de Dieter Simon, el juez político es el abominable usurpador del trono que corresponde al juez neutral.
-Eso son sombras, no pruebas.
-En el Derecho, más que sombras, se habla de apariencias. Se ha ganado a pulso las sospechas de falta de neutralidad.
-¿No llaman narcisismo y bulimia procesal a la autoestima?
-La autoestima nunca está mal, pero Garzón la derrocha. Lo que más sobresale de su personalidad es el constante amor por sí mismo.
Javier es tan buen tipo que no se alegra cuando pasa por delante de su casa el espectro del ropón enemigo.
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