Listín Diario 17/07/2009.-
Es probable que Mel, con la oligarquía tomando de instrumento a dirigentes de su propio partido y de la oposición, militares, líderes religiosos y organizaciones de la sociedad civil, rayara en la imprudencia con aquello de la cuarta urna, sobre todo después de sumarse al ALBA y adoptar un discurso con cariz social que le colocó en la corriente de izquierda que, a manera redentora, recorre como río desbordado a toda Latinoamérica.
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Este perfil seguro que irritaba no sólo a los compatriotas derechistas del depuesto presidente hondureño, sino que debía producir escozor o úlceras a los halcones norteños sobre los cuales Barack Obama no tiene control. Esta es razón suficiente para sospechar que grupos influyentes de la ultraderecha estadounidense estuvieran detrás del golpe, pues resultó extraño que los golpistas actuaran con tanta firmeza.
Movieron a suspicacia también las primeras declaraciones del gobierno “liberal” que se inauguró recientemente en Estados Unidos, en las que no se condenaba el golpe y se limitaban a expresar su lamento por los hechos, hasta que la unanimidad con que actuó la comunidad internacional les arrastró a reconocer a Zelaya como presidente legitimo de los hondureños.
Los rumores de que EEUU no apoyaría a José Miguel Insulza en el propósito de reelegirse como secretario general de la OEA por su manejo frente a la crisis hondureña son una clara señal de que fuera de las poses diplomáticas marcadas por la comunidad internacional, los intereses de EEUU están del lado de los golpistas.
No dudo entonces de que la propuesta para buscar una solución a la crisis por la vía de la negociación, salida de la secretaria de Estado Hillary Clinton, procure desgastar a Zelaya mediante la entretención, conscientes estadounidenses y golpistas, de que las elecciones presidenciales en Honduras están a menos de cinco meses y que ese corto tiempo podría esfumarse en medio de jugarretas discursivas que permitan el afianzamiento del régimen de facto que tiene como cara visible a Micheletti.
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Este perfil seguro que irritaba no sólo a los compatriotas derechistas del depuesto presidente hondureño, sino que debía producir escozor o úlceras a los halcones norteños sobre los cuales Barack Obama no tiene control. Esta es razón suficiente para sospechar que grupos influyentes de la ultraderecha estadounidense estuvieran detrás del golpe, pues resultó extraño que los golpistas actuaran con tanta firmeza.
Movieron a suspicacia también las primeras declaraciones del gobierno “liberal” que se inauguró recientemente en Estados Unidos, en las que no se condenaba el golpe y se limitaban a expresar su lamento por los hechos, hasta que la unanimidad con que actuó la comunidad internacional les arrastró a reconocer a Zelaya como presidente legitimo de los hondureños.
Los rumores de que EEUU no apoyaría a José Miguel Insulza en el propósito de reelegirse como secretario general de la OEA por su manejo frente a la crisis hondureña son una clara señal de que fuera de las poses diplomáticas marcadas por la comunidad internacional, los intereses de EEUU están del lado de los golpistas.
No dudo entonces de que la propuesta para buscar una solución a la crisis por la vía de la negociación, salida de la secretaria de Estado Hillary Clinton, procure desgastar a Zelaya mediante la entretención, conscientes estadounidenses y golpistas, de que las elecciones presidenciales en Honduras están a menos de cinco meses y que ese corto tiempo podría esfumarse en medio de jugarretas discursivas que permitan el afianzamiento del régimen de facto que tiene como cara visible a Micheletti.
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