El País 18/07/2009.-
Benjamín Netanyahu desafía a Roma. Porque así es como el primer ministro hebreo llama a Estados Unidos en conversaciones privadas, en alusión a la traumática expulsión de los judíos hace 2.000 años. Las fricciones entre la Casa Blanca y el Gobierno israelí suben de tono paulatinamente. La última, este fin de semana. El Departamento de Estado convocó al embajador en Washington, Michael Oren, para advertirle de que el municipio de Jerusalén debe detener un plan urbanístico emblemático en la Jerusalén ocupada. La reacción de Netanyahu, al comienzo este domingo de la sesión semanal del Gabinete, fue contundente: "No aceptamos la idea de que los judíos no pueden construir y comprar casas en cualquier lugar de Jerusalén... La soberanía de Israel sobre todo Jerusalén no es materia de discusión". El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, discrepa.
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El edificio de la discordia es el Hotel Sheperds (Hotel de los Pastores), ubicado en el barrio palestino de Sheik Jarrah. Construido en los años treinta del siglo pasado para el mufti de Jerusalén, Hajj Amin al Huseini, el edificio albergo un cuartel militar tras la expulsión del mufti por las autoridades del Mandato Británico. Posteriormente, en 1948, se traspasó su propiedad al reino de Jordania, hasta que Cisjordania fue ocupada por el Ejército israelí tras la guerra de junio de 1967. Bajo tutela israelí, el hotel se convirtió en sede de la Policía de Fronteras y en un tribunal de distrito. En 1985, Irving Moskovitz, un magnate estadounidense, compró el edificio, y el pasado 2 de julio el comité de planeamiento urbanístico de Jerusalén aprobó la demolición del edificio para construir 20 apartamentos y un aparcamiento.
Las relaciones entre EE UU e Israel atraviesan una de sus coyunturas más difíciles. Obama y Netanyahu, que pretende que Washington centre todos sus esfuerzos en el desmantelamiento del programa nuclear iraní, no han congeniado, y el jefe del Ejecutivo hebreo responsabiliza del distanciamiento a dos asesores de Obama: Rahm Emmanuel y David Axelrod. El nuevo chispazo brotó cuando el embajador en Washington fue convocado al Departamento de Estado para escuchar la firme oposición de la Casa Blanca al plan. Oren respondió: "La construcción en Jerusalén Este no es diferente a la que se lleva a cabo en cualquier lugar del país. Jerusalén no puede ser considerado del mismo modo que los asentamientos".
Aquí radica el quid de la cuestión. Lo que el Gobierno israelí rechaza es la legalidad internacional, que considera Jerusalén Oriental territorio ocupado. La anexión formal que el Parlamento israelí legisló en 1981 no ha sido reconocida por ningún país del mundo. Netanyahu, no obstante, planteó un símil más que problemático.
Equiparó la situación de la mitad árabe ocupada de la ciudad con la de otras capitales del mundo. "Imaginen lo que sucedería si alguien sugiriera que los judíos no pueden vivir o adquirir propiedades en determinados barrios de Londres, Nueva York, París o Roma... Ciertamente la comunidad internacional elevaría sus protestas". No parece, sin embargo, que vaya a protestar contra la iniciativa de Washington. Y para los partidos palestinos, sin distinción de siglas, es uno de los asuntos cruciales del conflicto sobre el que no están dispuestos a ceder.
"A los árabes israelíes", añadió el primer ministro, "no se les prohíbe comprar casas en Jerusalén Oeste. A los judíos se les debe garantizar el mismo derecho en la parte oriental de la ciudad". Los activistas de la izquierda israelíes explican que legalmente no hay impedimento. Pero la situación sobre el terreno es bien diferente. Poquísimos árabes residen en Jerusalén Occidental. Comprar tierras o viviendas en Israel es una tarea que les acarrea esfuerzos ímprobos, casi siempre imposibles de superar.
El mensaje de la Administración Obama - tal vez la elección de este proyecto para lanzar su advertencia no sea casual - puede tener también otro destinatario: Irving Moskowitz, el multimillonario estadounidense que se ha erigido en uno de los grandes patronos de las empresas urbanísticas de los colonos, a las que financia con millones de dólares. La presión a estos mecenas, que desgravan en EE UU por las donaciones que realizan, puede ser otra carta en manos de Washington.
Las relaciones entre EE UU e Israel atraviesan una de sus coyunturas más difíciles. Obama y Netanyahu, que pretende que Washington centre todos sus esfuerzos en el desmantelamiento del programa nuclear iraní, no han congeniado, y el jefe del Ejecutivo hebreo responsabiliza del distanciamiento a dos asesores de Obama: Rahm Emmanuel y David Axelrod. El nuevo chispazo brotó cuando el embajador en Washington fue convocado al Departamento de Estado para escuchar la firme oposición de la Casa Blanca al plan. Oren respondió: "La construcción en Jerusalén Este no es diferente a la que se lleva a cabo en cualquier lugar del país. Jerusalén no puede ser considerado del mismo modo que los asentamientos".
Aquí radica el quid de la cuestión. Lo que el Gobierno israelí rechaza es la legalidad internacional, que considera Jerusalén Oriental territorio ocupado. La anexión formal que el Parlamento israelí legisló en 1981 no ha sido reconocida por ningún país del mundo. Netanyahu, no obstante, planteó un símil más que problemático.
Equiparó la situación de la mitad árabe ocupada de la ciudad con la de otras capitales del mundo. "Imaginen lo que sucedería si alguien sugiriera que los judíos no pueden vivir o adquirir propiedades en determinados barrios de Londres, Nueva York, París o Roma... Ciertamente la comunidad internacional elevaría sus protestas". No parece, sin embargo, que vaya a protestar contra la iniciativa de Washington. Y para los partidos palestinos, sin distinción de siglas, es uno de los asuntos cruciales del conflicto sobre el que no están dispuestos a ceder.
"A los árabes israelíes", añadió el primer ministro, "no se les prohíbe comprar casas en Jerusalén Oeste. A los judíos se les debe garantizar el mismo derecho en la parte oriental de la ciudad". Los activistas de la izquierda israelíes explican que legalmente no hay impedimento. Pero la situación sobre el terreno es bien diferente. Poquísimos árabes residen en Jerusalén Occidental. Comprar tierras o viviendas en Israel es una tarea que les acarrea esfuerzos ímprobos, casi siempre imposibles de superar.
El mensaje de la Administración Obama - tal vez la elección de este proyecto para lanzar su advertencia no sea casual - puede tener también otro destinatario: Irving Moskowitz, el multimillonario estadounidense que se ha erigido en uno de los grandes patronos de las empresas urbanísticas de los colonos, a las que financia con millones de dólares. La presión a estos mecenas, que desgravan en EE UU por las donaciones que realizan, puede ser otra carta en manos de Washington.
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