Listín Diario 24/07/2009.-
El pasado 30 de junio se cumplió el primer centenario del nacimiento del profesor Juan Bosch. La celebración se ha sentido a nivel nacional, en América y el mundo. El más exitoso organizador político dominicano, responsable de la existencia de las dos organizaciones políticas más grandes del país, se prolonga más allá de la vida, no sólo por su carrera política y su honestidad a toda prueba, sino por su prolífera obra literaria esparcida en más de sesenta títulos en los que transitó por todos los géneros literarios, pues, además de cuentista, oficio por el que más se le conoce, fue biógrafo, historiador, novelista, ensayista y hasta poeta, aunque ningún volumen recoja sus versos dispersos en un número indeterminado de publicaciones.
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El escritor y político dominicano, escribió discursos, artículos e hizo periodismo. Durante esta labor, confeccionó el primer periódico sin pases del mundo, Vanguardia del Pueblo, órgano de difusión del PLD. El formato fue adoptado por otros periódicos del continente. Bosch no fue comprendido, por ello estuvo solo en muchos momentos de su carrera. Y no lo fue porque nunca estuvo dispuesto a transigir con sus principios, a negociar en los aposentos como se estila en el ejercicio de la política tradicional para abrir espacios a lo inmoral a lo amoral o a los acuerdos engañosos.
Su firmeza le mereció vituperios, calumnias, ataques personales respirados desde las vísceras. Agigantado con el tiempo, fuera del estercolero político, sus detractores, desde los más benévolos hasta los que le odiaron a morir, se sienten ahora ser sus discípulos. Leí en uno de ellos (o una de ellas) que era más boschista que los peledeístas. Parece que olvidó u olvidaron cuando evacuaban sus lados tratando de ensuciarlo y humillarlo mientras unos pocos se la jugaron con él para desde el instrumento de sus sueños construir, ladrillo a ladrillo, un proyecto de nación. Por la falsía de tantas palabras no quise meter mi pluma en esta orgía de tintas limpias y sucias, llegadas de las periferias y de un nuevo círculo interno.
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El escritor y político dominicano, escribió discursos, artículos e hizo periodismo. Durante esta labor, confeccionó el primer periódico sin pases del mundo, Vanguardia del Pueblo, órgano de difusión del PLD. El formato fue adoptado por otros periódicos del continente. Bosch no fue comprendido, por ello estuvo solo en muchos momentos de su carrera. Y no lo fue porque nunca estuvo dispuesto a transigir con sus principios, a negociar en los aposentos como se estila en el ejercicio de la política tradicional para abrir espacios a lo inmoral a lo amoral o a los acuerdos engañosos.
Su firmeza le mereció vituperios, calumnias, ataques personales respirados desde las vísceras. Agigantado con el tiempo, fuera del estercolero político, sus detractores, desde los más benévolos hasta los que le odiaron a morir, se sienten ahora ser sus discípulos. Leí en uno de ellos (o una de ellas) que era más boschista que los peledeístas. Parece que olvidó u olvidaron cuando evacuaban sus lados tratando de ensuciarlo y humillarlo mientras unos pocos se la jugaron con él para desde el instrumento de sus sueños construir, ladrillo a ladrillo, un proyecto de nación. Por la falsía de tantas palabras no quise meter mi pluma en esta orgía de tintas limpias y sucias, llegadas de las periferias y de un nuevo círculo interno.
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