sábado, 28 de junio de 2008

El Muro de la Unión Europea

Por Manolo Pichardo

Hace algo más de una semana leí en el diario El País unas declaraciones de Felipe González que dejaban ver su preocupación por la pérdida de influencia de la UE. Estas declaraciones contrastan con otras del presidente del Banco Europeo que habló días antes para el mismo periódico, en las que refirió que se han generado 16 millones de empleos en el Bloque durante los diez años de existencia de la institución que dirige. Es cierto que algunos países integrantes de la UE han avanzado de forma considerable y España es uno de ellos, como lo destacó en la entrevista el ex presidente González.

Sin embargo, las medidas antiinmigrantes tomadas por el Parlamento Europeo, además de las adoptadas para flexibilizar los contratos laborales, de forma que se puedan extender las horas de trabajo y reducir los salarios o beneficios económicos, dan la razón al otrora líder del PSOE. Pues resulta que estas medidas lo que buscan es hacer más competitivo al Bloque frente a países como China. Es que este gigante del Asia desde hace años está atrayendo inversiones de Europa debido a los bajos salarios de los trabajadores chinos. Estas medidas tienen un referente en Alemania, donde los sindicatos negociaron con los patronos y el Estado las medidas que hoy se extienden para toda la comunidad con el fin evitar que las fábricas se siguieran instalando a un país cuyos trabajadores se entregan a las máquinas hasta 15 horas diarias por menos de la mitad del salario que devengan los que venden su fuerza de trabajo en las tierras de los “descubridores”.

Lo migratorio se vincula con todo este asunto laboral en lo que tiene que ver con los nacionales parados y una presión de extranjeros que compiten por los empleos. Esto tiene sentido, pues en el país cervantino sólo en enero perdieron sus puestos de trabajo 37 mil personas y, aunque Europa se está convirtiendo en un continente viejo que necesita de jóvenes o personas en edad productiva, lo urgente es cerrarse para definir una estrategia que les permita recuperarse con el objeto de ser competitivos frente a otros grandes que avanzan de forma peligrosa succionando sus inversiones y arropando sus mercados.

sábado, 21 de junio de 2008

La madeja global


Por Manolo Pichardo

La interdependencia de las economías y el mercado global han venido a sintetizar y complejizar a la vez las actividades planetarias. Cada día más, los capitales, las mercancías, la fuerza laboral y la comunicación, se mueven con libertad irrespetando las tradicionales fronteras y, con ello, parece garantizarse, según algunos, el crecimiento con desarrollo de los países pobres y la consolidación de las naciones ricas.

Sin embargo, así como las riquezas se pueden mover para crear el bienestar global, los tropiezos económicos pueden hundir en la ruina a pequeños y grandes. De esto hay múltiples ejemplos. En 1994, el mal manejo de la economía mexicana provocó una situación de desequilibrio macroeconómico en aquella nación que impactó de manera negativa en las economías de América Latina, lo que se conoció como el “efecto tequila”.

Las caídas de las bolsas en el sudeste asiático y Rusia, luego de lo ocurrido en México, melló de algún modo las economías del resto del planeta. Y cuando Putin puso en apuros a Yukos, la principal petrolera de su país, el precio del petróleo experimentó alzas significativas. Y así, cuando Alan Geenspan, ex director de la Reserva Federal estadounidense resbaló en algún momento con una declaración desafortunada, desató el pánico en los mercados y alza en el precio de los carburantes.

Tan frágil y complejo se ha tornado este mundo aldeano, que si un huracán, una convulsión social o cualquier ruido económico, bélico, político, asoma por alguna zona petrolera, los precios del crudo se disparan afectando todas las actividades productivas. Esta es la realidad de nuestra sociedad global, que asiste a una crisis provocada por la escalada alcista del precio del petróleo y la escasez de los alimentos que tienen causas diversas y entre ellas está el espectacular y prolongado crecimiento de las economías de China e India, la recesión estadounidense y la devaluación del dólar, la disminución en la oferta petrolera y de productos agrícolas, especulación, en fin, una ordenada madeja enmarañada de cosas que lo une todo, para bien o para mal.


Publicado en el Listín Diario el 21 de junio de 2008

miércoles, 18 de junio de 2008

!Un microbio que produce hidrocarburos!


Una empresa ha logrado fabricar hidrocarburos a partir del trabajo de un microbio. ¿Sera este el fin de las guerras por el control del el petróleo, que tantas vidas ha costado? ¿Es posible que estos hidrocarburos sean menos agresivos con el medioambiente? Como siempre, las respuestas en NeoTeo.Los microbios de LS9 producen y excretan hidrocarburos.Un microbio que produce hidrocarburos.

Tal como puede leerse en Technology Review, una empresa llamada LS9 está desarrollando microbios que producen hidrocarburos. Esta es una noticia que puede hacer que el valor de las acciones dicha empresa se dispare, ya que como se sabe el Departamento de Energía de los EE.UU. tiene como objetivo reemplazar el 30% de los combustibles fósiles utilizados en ese país por combustibles obtenidos de fuentes biológicas renovables antes del 2030. Esto coloca a LS9 en una posición inmejorable.

La mayoría de las empresas del sector fabrican etanol a partir del procesamiento de grandes cantidades de vegetales. Pero LS9, de San Carlos, California, ha incursionado en la biología “sintética” para modificar el ADN de microbios que pasan a excretar hidrocarburos que pueden ser utilizados para destilar gasolina, diesel y combustible para reactores.

El etanol necesita que los motores de combustión interna sean modificados ligeramente para ser utilizado. LS9 puede proveer de un combustible que sea indistinguible de uno obtenido a partir del petróleo. Esto podría hacer que las naciones ricas en petróleo no sean invadidas por países que necesitan su producto.

Stephen Cardayre, bioquímico y vicepresidente de investigación y desarrollo de LS9, afirma que “los microbios de LS9 producen y excretan hidrocarburos que sirven como combustibles.”. Además, la empresa dice ser capaz de personalizar los productos obtenidos de sus microbios, lo que teóricamente podría dar lugar a un combustible menos contaminante. Esto podría incluir la elaboración de combustible de alto rendimiento o una gasolina sin azufre.

Cardayre agrega que “el etanol no se puede transportar por las tuberías existentes. Además contiene un 30% menos de energía que la gasolina y es necesario mezclarlo con ésta para poder quemarlo en motores convencionales. “Los combustibles de LS9 no tendrían ninguna de estas desventajas. Como si esto fuera poco, el proceso empleado por LS9 consume un 65% menos de energía que la producción de etanol.

El reto de esta empresa es demostrar que puede fabricar a una muy gran escala su producto. El consumo se mide en miles de millones de litros. Es posible que se otorguen licencias a otras compañías para poder cumplir con las demandas del mercado. LS9 espera sacar al mercado sus biocombustibles en cuatro o cinco años.

LS9 dispone de fondos por 3,6 millones de euros proporcionados por Khosla Ventures, de Menlo Park, California, y Flagship Ventures, de Cambridge, Massachusetts. ¿Alguien puede estimar el valor de esta compañía si su producto cumple con lo que promete?

Mary

Saludos desde Uruguay.

martes, 10 de junio de 2008

Más fuerte que Jack Veneno

Por Manolo Pichardo
El olor a café y a pan tostado despertaban mi hambre. Era una mañana tibia que añadía satisfacción a aquel encuentro en el restaurante de un viejo hotel que franqueaba el parque central de San Francisco de Macorís. Mi padre ordenó su desayuno y el mío, y mientras esperábamos por el servicio, apareció un hombre blanco y alto, gordo y con aspecto de mastodonte que se sentó a nuestra mesa. Saludó a mi progenitor sin enterarse de que yo existía mientras chupaba un cigarro con aire de distraído.

Su mirada profunda, bigote grande, pelo rizado, traje y corbata negros, le hacían espectral. Sus manos de uñas amarillas se movían como queriendo dibujar las palabras que, hediondas a tabaco, escupía en mi cara de mozalbete. Mi pa’ no le quitaba los ojos de encima, sé que le mortificaban sus lerdos movimientos y las vueltas que, en su extenso y atropellante monólogo, daba como tratando de llegar a un punto espinoso. Aunque yo no entendía de lo que se hablaba me dio la impresión de que antes de aquel encuentro nunca se habían visto, es que aquello parecía un round de estudio: mi boxeador examinaba sin dar un golpe y el contrario amagaba y bailoteaba en el ring sin que sus movimientos de puño hicieran diana.

El hombre de negro no sólo era físicamente fuerte, sino que su discurso, en el que regurgitaba tecnicismos legales, crecía ante el silencio calculado de mi lince que entonces parecía desorientado, parecía no entender nada hasta que el lento parlanchín dijo: “Öademás, era sólo un haitiano, ¿a quién le importará si usted fue el culpable? Don Juan, responsable de mi existencia y apellido, rugió como una fiera respondiendo que ‘’los haitianos son seres humanos igual a todos’’ y que de ningún modo mentiría para librarse de una posible sanción.

“Yo lo atropellé aunque fue un accidente”, dijo. Hubo firmeza en sus palabras y el abogado no tuvo más remedio que encoger sus hombros. Pensé entonces, hundido en las fantasías de mis siete primaveras: ¡ese es mi padre, el más fuerte, el más grande, el que puede ganarle a Jack Veneno!

Cuando Obama era Barack

Tomado del diario El País

El demócrata Barack Obama ha hecho revivir el sueño americano, el sueño de que un negro criado en un hogar desestructurado pueda convertirse en el hombre más poderoso del planeta. Ësta es la historia de su camino hacia la gloria

Barack Obama regresó a Washington el pasado martes por la noche con la nominación demócrata asegurada, pero sin tiempo para celebraciones. Su mujer, Michelle, voló a la casa familiar de Chicago, desde Saint Paul (Minnesota), donde el candidato había anunciado su victoria en las primarias, "el final de un recorrido histórico y el comienzo de una nueva carrera". Obama, de 46 años, dejaba atrás seis meses de agotadora campaña de primarias, 54 elecciones de las que había ganado 29, y 18 millones de votos. Había intentado hablar con su gran rival, Hillary Clinton, por teléfono durante toda la noche, sin suerte. La senadora, desde Nueva York, anunció que no decidiría nada esa noche. Y desconectó el teléfono.

Obama ni siquiera pudo descansar. En el avión preparó un discurso que tenía que pronunciar ante un grupo de 7.000 líderes judíos a la mañana siguiente. Comparecería ante el Comité de Asuntos Públicos Estados Unidos-Israel. La comunidad judía norteamericana ha sido uno de los grandes apoyos de Hillary Clinton en esta campaña, y ha mantenido una gélida distancia con el campo de Obama a causa de declaraciones efectuadas por el senador como que se reuniría con el presidente de Irán, Mahmud Ahmadineyad, durante su primer año en la Casa Blanca, "sin condiciones, para lograr la paz".

El entorno era, en principio, hostil, pero Obama supo estar a la altura del reto. Comenzó bromeando. "Por favor, avisadme si veis por aquí a ese tal Barack Obama, porque da miedo", dijo, en referencia a diversos correos difundidos por el Partido Republicano en los que se le acusa de "tibio" con la causa palestina y los regímenes totalitarios de Oriente Próximo. Luego se declaró "un verdadero amigo de Israel", y acusó a los palestinos del grupo terrorista Hamás de "corruptos" y "falsos profetas del extremismo".
El que Obama ofreció ante los líderes judíos fue el perfil de un presidente, capaz de prometer que "Jerusalén seguirá siendo la capital de Israel, sin divisiones", o que nunca pondrá en jaque la seguridad de Israel. A lo largo de la campaña, el senador ha declinado llevar un pin con la bandera norteamericana en la solapa, pero el miércoles lo lució por primera vez. Junto con la bandera de barras y estrellas ondeaba la de Israel, con la estrella de David.
El resultado fue un Obama de perfil netamente presidencial, un maestro de la política capaz de adaptar su discurso a las condiciones que la nueva situación requiere. La audiencia se levantó en 13 ocasiones, ahogando su discurso en aplausos. El candidato se metió en el bolsillo a una comunidad que no podía estar más en las antípodas del cambio que él quiere representar: judíos de un lobby afincado en Washington; el símbolo del establishment, del poder y la influencia de Estados Unidos en el mundo.
Obama no podría tener una procedencia más diferente a la de quienes le escuchaban. Políticamente se crió en Chicago, una ciudad en la que el gobierno y el crimen caminan a veces juntos de la mano. Y ni siquiera se formó en el centro de Chicago, uno de los más sólidos bastiones del Partido Demócrata entre las grandes urbes de EE UU. Obama comenzó a querer cambiar el mundo en lo que se llama el South Side, los suburbios de mayoría afroamericana de la ciudad, una de las zonas más peligrosas y miserables de todo el país.
En 1981, el joven estudiante nacido en Hawai llegó a Nueva York. Tenía 20 años y había sido transferido a la Universidad de Columbia, donde se licenciaría en ciencias políticas en 1983. Obama no se explaya sobre sus años en Nueva York en ninguno de sus dos libros de memorias. Dibuja la gran ciudad como un entorno hostil, por donde vagaba en solitario sin amigos o conocidos. "Pasé aquellos años en la biblioteca. No me relacionaba. Era como un monje", diría en una revista de la universidad en 2005.

Recién licenciado, encontró un trabajo como consultor en las empresas Business International Corporation y New York Public Interest Research Group, una experiencia que en su libro retrata como un pequeño calvario personal. El joven negro sin raíces se encuentra, de repente, con "una secretaria, un despacho y dinero en la cuenta". "A veces salía de una entrevista con inversores japoneses o corredores de Bolsa alemanes, veía mi reflejo en las puertas del ascensor -me veía con traje y corbata, maletín en la mano- y por un segundo me imaginaba como un magnate de los negocios, ladrando órdenes, cerrando tratos. Luego recordaba en qué había soñado que me convertiría, y sentía punzadas de remordimientos por mi falta de iniciativa", escribe en sus memorias.

Y entonces, en 1985, se encontró con Gerald Kellman en las páginas del diario The New York Times. Kellman era un organizador comunitario, una suerte de trabajador social que trabajaba con las personas que habían perdido sus empleos durante la gran crisis de las siderurgias de Illinois e Indiana en los años ochenta del pasado siglo. Muchos de los afectados vivían en el South Side de Chicago. El equipo de Kellman era sobre todo blanco. Para ganarse el favor de estos desempleados decidió contratar a un negro. Publicó un anuncio en el diario neoyorquino y recibió el currículo de un tal Barack Obama.

"Me extrañó este nombre. Era exótico. Le pregunté a mi mujer, que es de origen japonés, si Obama era un apellido nipón", explica Kellman en la parroquia de Saint Mary of the Woods, la iglesia católica de Chicago en la que trabaja ahora. "Puede que sí", le dijo su mujer. El currículo y la carta de presentación le gustaron, así que llamó a Obama y le preguntó si era japonés. Obama dijo que no, que era negro, y que era su sueño ser organizador comunitario.

En un caluroso día de agosto se reunieron en una cafetería de la avenida Lexington. "En lugar de entrevistarle yo, fue él quien me entrevistó a mí", explica Kellman. "Para mí era muy importante contratar a alguien que no se quemara pronto; una persona con ganas de trabajar con gente muy pobre, de escasa formación, gente maltratada por la vida", explica Kellman. "Barack era alguien sin identidad a la búsqueda de sí mismo, capaz de ayudar a los demás en este propósito. Y sabía escuchar. Eso es fundamental, saber atender a los problemas de los demás".
Recuerda especialmente una parte de la conversación que mantuvo con Obama que le decidió a ofrecerle el puesto inmediatamente.
-¿Qué es lo que más te enfada en el mundo? ¿Qué te saca de tus casillas?
-La injusticia.
Obama aceptó el trabajo, aunque el sueldo le convertía en alguien que rozaba el límite de la pobreza. Eran 10.000 dólares al año. Kellman se las arregló para pagarle un coche -"o algo similar a un coche"-, un destartalado Honda que costó 2.000 dólares. Lo cargó con todas sus posesiones y condujo los 1.200 kilómetros que separaban Nueva York de Chicago. Nunca había estado en esta ciudad, pero sabía que era una urbe sumida en una verdadera batalla racial.
En aquella época, el primer alcalde negro de la ciudad, Harold Washington, se enfrentaba a todo el racismo y las reticencias de una ciudad hasta hacía poco gobernada siempre por blancos. Logró la alcaldía en 1983, sin pertenecer a ninguna de las familias que controlaban todos y cada uno de los barrios y distritos. Sus oponentes no tuvieron piedad. Los carteles electorales republicanos rezaban: "Vota lo correcto. Vota blanco". Entonces se llamaba a Chicago "la Beirut del lago Michigan".

Obama y otros organizadores comunitarios comenzaron a coordinar su trabajo en el rectorado de la iglesia del Santo Rosario, un modesto edificio de ladrillo marrón en el barrio de Roseland, en el sur de la ciudad. Su despacho, compartido entre tres, era un medio sótano con dos ventanucos, sin ventilación alguna e iluminado por un tubo de luz fluorescente. Los papeles y las mesas de aquella época todavía se agolpan en esta misma habitación, cubierta por el polvo de veinte años.
No muy lejos de aquí emprendió Obama su primer proyecto como trabajador social, en el barrio de Altgeld Gardens. Unió a un centenar de residentes que necesitaban desesperadamente una serie de reformas en su edificio. Obama logró que algunos consiguieran financiación pública y que los dueños de la propiedad retiraran unas vigas construidas con amianto, material muy común en los años setenta que es altamente tóxico.

"Fue un trabajo valiosísimo el que Barack hizo", explica Linda Randle, afroamericana que también trabajaba como organizadora comunitaria en Altgeld Gardens. "Buscó y encontró trabajo a un grupo de mujeres a las que sus empresas habían prejubilado. A una de ellas le consiguió una beca para la universidad, y encontró trabajo gracias a un máster que estudió. Ése era Barack, una persona trabajadora, que sudaba la camisa, comprometida. El mismo que veo en la tele ahora".
En aquella época, todos sus compañeros tenían una fe. Todos menos Obama. Kellman había sido judío, pero se convirtió al catolicismo. "Nosotros siempre le insistíamos a Barack para que buscara una iglesia", explica. "Era difícil que los desempleados, que acudían a las parroquias a rezar, aceptaran su ayuda si no les ofrecía, al menos, el vínculo de la fe. La comunidad afroamericana es muy devota. Y yo veía, entre líneas, que esto ayudaría a Barack a encontrar su perdida identidad".

Así, Obama descubrió al que sería su mentor durante años, un intelectual brillante, un orador excelente y, recientemente, un verdadero dolor de cabeza para la campaña del ahora candidato a la presidencia. Jeremiah A. Wright nació en Filadelfia, un Chicago en miniatura por sus importantes problemas de segregación y racismo. Prestó servicio en el ejército entre 1963 y 1967, y luego consiguió diversos títulos universitarios en lengua y literatura inglesas y teología. En 1975 acudió a Chicago para hacerse cargo de la iglesia Trinity United, que no superaba los 250 feligreses en cada oficio. Cuando se retiró, en marzo, tenía más de 10.000 miembros registrados.

Wright es un hombre de una intensa presencia. Cuando era pastor le rodeaba siempre una cohorte de subalternos, secretarios y guardaespaldas. La respuesta con la que los periodistas se encontraban al tratar de acercarse a él en su parroquia era siempre la misma: "El reverendo Wright no concede entrevistas". Al pastor se le conoce por sus histriónicos sermones, repetidos hasta la saciedad en las cadenas de televisión conservadoras. En ellos acusa a EE UU de ser un país racista. "Dios maldiga a América", grita a los cuatro vientos en uno de esos vídeos. "Nos merecíamos [los atentados terroristas del] 11-S, por la violencia en Oriente Próximo. Todo el mal que hemos hecho en otros países vuelve a nosotros".
En la tarde del domingo 3 de enero, en uno de sus últimos servicios, Wright proclamaba su lema a los congregados, todos afroamericanos: "Sin vergüenza de ser negros, sin reparos por ser cristianos". Entonces, Obama todavía era miembro de la iglesia. "Votad, mis fieles. Votad porque muchas son las vidas que se han perdido para daros ese privilegio".
Junto a él, la bandera panafricana, con sus vistosos colores rojo, verde y negro. Todo su sermón se centró en una parábola que bien podría representar las enseñanzas a través de las cuales Obama descubrió su fe y su identidad. "Un hombre pierde la vista. Se queda ciego. Sus amigos le dicen que se ha quedado ciego por ser malo a los ojos de Dios. Estas personas convierten un hecho biológico en una sandez teológica. Así nació toda la teología de la supremacía blanca. Yo os digo que no sintáis vergüenza por ser negros. Ser negro no es una maldición. Que no os cuenten mentiras, porque con estas mentiras los blancos nos convirtieron en esclavos".

Obama escuchaba cada domingo discursos como éste sentado en una de estas sillas rojas, enfrentado a un potentísimo coro de mujeres negras. Aquí encontró lo que su historia personal le había negado. Su madre era de Kansas; su padre, de Kenia; su infancia la pasó entre Hawai e Indonesia. No era ni blanco ni negro. Su nombre sonaba exótico. Hasta que Wright le ofreció a Obama la "audacia de la esperanza", una frase con la que el senador titularía su segundo libro. "En aquella época, nuestros juicios y nuestros triunfos se convirtieron, por fin, en únicos y universales, negros y más que negros", escribe el senador en el libro.

Tras tantos años de camino junto a su pastor fue difícil para Obama distanciarse totalmente de él el pasado 1 de mayo. Había aguantado la tormenta política de sus sermones, de las acusaciones conservadoras de que era un candidato antiamericano y racista en el corazón. Había pronunciado discursos en los que pedía que América superara "sus viejas heridas raciales". Pero la gota que colmó el vaso de la amargura fue la de la comparecencia de Wright en el National Press Club de Washington el 28 de abril, cuando insinuó que Obama era un hipócrita: "Si el senador Obama
[no se hubiera distanciado de mí] nunca podría ser elegido. Los políticos dicen lo que dicen y hacen lo que hacen basándose en la posibilidad de ser elegidos, basándose en cortes de voz, basándose en encuestas".

Obama aseguró que los sermones del reverendo eran "destructivos y divisivos", un reducto de alivio para "los que se alimentan de odio". El 1 de junio abandonó la iglesia, tras escuchar las declaraciones de un pastor católico y blanco que hacía mofa de Hillary Clinton e insinuaba que la candidata era racista. "Me apena", dijo Obama. "Allí encontré a Jesucristo, allí me casé con mi mujer y bauticé a mis niños". Pero la carga política de seguir relacionado con la iglesia era ya un lastre demasiado pesado para poder con él.

En su iglesia y en su trabajo, Obama también descubrió una vocación más ambiciosa que la de organizador comunitario. "Barack ayudaba a los ciudadanos a saber cuán poderoso podía ser su voto, a organizarse para conseguir beneficios", explica Michael Kuglik, otro de los trabajadores sociales con los que recorría las calles. "Gracias a él conseguimos mejores escuelas, mejor cobertura sanitaria. Ahí veías ya al Barack que quería cambiar el mundo".

Con esta voluntad, Obama se matriculó en la Facultad de Derecho de la muy prestigiosa Universidad de Harvard, donde le esperaba una carrera universitaria llena de éxitos. Fue el primer afroamericano elegido presidente de la revista Harvard Law Review; se graduó magna cum laude y volvió a Chicago para trabajar brevemente en Project Vote, una organización cuya única finalidad era lograr que el mayor número posible de personas se registrara para votar en las elecciones presidenciales de 1992. El equipo de Obama consiguió algo inaudito, un verdadero homenaje póstumo al alcalde negro Harold Washington: 150.000 nuevos votantes se dieron de alta, la inmensa mayoría negros. Por primera vez, el número de electores afroamericanos superaba la cifra total de blancos.

Ya en 1993, la revista local Chicago Magazine le saludaba como "la nueva estrella política". "El alcalde tomó nota del aumento en participación negra, pero eso no significa que esté pendiente de que le venga una estrella política afroamericana por la espalda". Entonces comenzaron los rumores sobre las posibles opciones políticas de Obama, que había aceptado un trabajo como abogado en el bufete Davis, Miner, Barnhill y Galland.

Se presentó a las primarias para el Senado de Illinois en 1996, en el único episodio en el que parece haber traicionado sus principios, siempre repetidos, de "dar voz a todos los votantes". En enero de aquel año, él y su equipo comenzaron a presentar quejas formales contra el resto de políticos demócratas que competían con él en las primarias, entre ellos la veterana senadora Alice Palmer, muy querida en el difícil mundo del South Side. Dicen casi todos los medios norteamericanos, de The New York Times al Chicago Tribune, que, por una vez, Obama jugó con las estratagemas de Chicago, la ciudad sin leyes políticas. Consiguió que el Partido Demócrata declarara irregular un gran número de firmas que apoyaban a sus contrincantes, y logró ser el único que se presentó a las primarias.

Entrevistado por el Chicago Tribune, Obama dijo que, ante la duda, llegó a la conclusión de que "si no se puede cumplir con las normas a la hora de firmar una petición en las primarias, ese representante político no puede llegar a hacer bien el trabajo". Pocos dudan de que si la senadora Palmer, entonces amiga de Obama, se hubiera presentado, habría arrasado entre los demócratas. En sus ocho años en el Senado de Illinois, Obama luchó por incluir en la agenda de los políticos asuntos como la reforma de la asistencia médica, la pobreza, el crimen y el medio ambiente, unos temas que se han convertido en pilares de su campaña presidencial.
Las acusaciones de Hillary Clinton y el candidato republicano, John McCain, de que Obama no tiene ningún tipo de experiencia en política quedarían fácilmente desmentidas con un simple repaso de los títulos de las 823 leyes que promulgó junto con otros senadores. Su primer proyecto, el más ambicioso, fue intentar por sí mismo que Illinois garantizara cobertura médica universal a sus ciudadanos. Los republicanos y una buena parte de demócratas tumbaron la propuesta.

Con el tiempo, se sumergió de lleno en el ambiente político de Illinois. Dejó la imagen de político radical y se hizo un hueco, cada vez más imprescindible, en el Senado. "Barack consiguió que se aprobara una ley que creó un grupo de agentes que investiga si algunas de las detenciones que hace la policía en Chicago obedecen a motivos raciales", explica la representante de la Cámara de Illinois Debrah Graham. "Con esta ley disminuyó el número de cacheos injustificados a afroamericanos. Y logró que los interrogatorios a sospechosos de homicidio sean grabados, para evitar que los agentes impongan confesiones falsas a los supuestos criminales".
Entre otros proyectos, Obama consiguió que se reformara la oscura ley de financiación de campañas electorales de Illinois. Aumentó los subsidios que podían recibir las madres solteras y logró que se aprobara una ley en la que se concedían rebajas a las personas que no se podían permitir pagar sus impuestos. No es que el senador revolucionara el Estado, pero supo llevar a cabo los modestos objetivos que se impuso.

"Lo bueno de Obama es la rapidez con la que aprende", explica Martin Lawrence, viejo conocido del senador y director del Instituto de Políticas Públicas de la Southern University de Illinois. "Por primera vez vimos que un político joven estaba dispuesto a rebasar las líneas del partido. Tenía una serie de puntos en su agenda, claro. Pero sabía que para cambiar el panorama político tenía que ser flexible".

Tal era su flexibilidad que votó simplemente "presente" a 129 leyes propuestas por sus contrincantes, algo que provocó duras críticas de su contrincante, Hillary Clinton. Entre ellas, diversas normas a favor del aborto. "No queda duda de que Barack está a favor del derecho a abortar. Es un político de perfil netamente liberal, preocupado por temas como la seguridad social o la lucha contra la pobreza", explica Cynthia Canary, directora de la Campaña para la Reforma Política de Illinois, que trabajó en numerosas ocasiones con Obama en Springfield, capital del Estado.

"Que Obama votara simplemente 'presente' en tantas ocasiones, en lugar de sí o no, significaba que sabía trabajar en este ambiente político", explica el profesor Lawrence. "Igual no estás de acuerdo al cien por cien con lo que quiere un senador, pero le concedes el beneficio de la duda, le transmites el mensaje de que estás dispuesto a negociar. Así es como se avanza en política, con el diálogo, con la flexibilidad". Esta flexibilidad es la que exhibió Obama el pasado miércoles ante el lobby judío: es su promesa de superar las heridas raciales y partidistas para llegar a un "futuro mejor, mediante el diálogo".

Precisamente el diálogo ha sido la bandera que ha hecho ondear Obama desde que anunciara su candidatura, en febrero de 2007. "Es aquí, en Springfield, donde el Norte, el Sur, el Este y el Oeste se encuentran", dijo el candidato en el mismo punto en que Abraham Lincoln pronunció un famoso discurso contra la esclavitud en 1858. "Aquí se me recordó la decencia esencial de la gente de América, aquí aprendí que con esa decencia podemos construir una América de esperanza".

Obama ha recorrido un espinoso camino para llegar hasta aquí. Ya tiene a la vista la Casa Blanca. Está muy cerca. O demasiado lejos. La solución: el 4 de noviembre.

Un líder llamado Barack Hussein Obama
- 4 de agosto de 1961. Nace en Honolulú. Sus padres, Barack Obama, keniano, y Ann Durham, de Kansas, se habían conocido en la Universidad de Hawai.- 1964. Los padres se divorcian cuando Barack tiene tres años. Obama, padre, regresa a Kenia y apenas volverá a ver a su hijo.- 1967. Ann se traslada con su nuevo marido, indonesio, y sus hijos a Yakarta. Con 10 años, Barack regresa a casa de sus abuelos maternos en Hawai. Es un adolescente brillante y rebelde. En sus memorias reconoce que en esa etapa consumió cocaína y sufrió crisis de identidad por ser mestizo.- 1983. Se gradúa en Columbia en Ciencias Políticas. Su padre había muerto un año antes.- 1985. Trabajador social en zonas conflictivas de Chicago.- 1991. Se gradúa magna cum laude en Derecho en Harvard. En la Escuela de Leyes es elegido el primer presidente negro de la Harvard Law Review.- 1992. Se casa con Michelle LaVaughn Robinson, de raza negra. Se conocieron en una comida de negocios cuando Obama trabajaba de abogado en una consejería jurídica por los derechos civiles de Chicago. Su primera hija, Malia Ann, nace en 1998; la segunda, Natasha, en 2000.- 1995. Su madre muere de cáncer con 53 años. Obama considera "el mayor error" de su vida no pasar sus últimos días con ella.- 1997. Elegido senador estatal de Illinois. Presenta propuestas radicales como la defensa de derecho al aborto, pero llega a compromisos con los republicanos en medidas sociales.- Julio de 2004. Llama la atención en la Convención Nacional Demócrata con un discurso en el que insta a superar las diferencias raciales. En noviembre del mismo año gana un puesto en el Senado por Illinois.- 16 de enero de 2007.

Anuncia que se presenta como candidato a las primarias demócratas para las elecciones presidenciales de 2008.- 3 de enero de 2008. Con su victoria en los caucuses de Iowa nace la obamanía y comienza su carrera hacia la Casa Blanca.- 3 de junio. Tras cinco meses de batalla con Hillary Clinton, se asegura el número de delegados necesario para ser proclamado candidato.

viernes, 6 de junio de 2008

Discurso del presidente Leonel Fernández en la FAO




Desde hace algunos meses los pueblos del mundo se ven amenazados por el incremento en los precios de los productos alimenticios. Los principales perjudicados son los consumidores de rentas bajas y medias de los países en desarrollo, los cuales destinan la mayor parte de sus ingresos a la adquisición de comestibles.

Es por ello que la FAO ha actuado de manera responsable y oportuna al convocar una conferencia de alto nivel para reflexionar sobre los factores globales que amenazan la seguridad alimentaria de sus estados miembros, y para examinar posibles respuestas a una crisis capaz de generar tensiones sociales y políticas.

Felicito, pues, al Director General, Dr. Jacques Diouf por esta afortunada iniciativa. Una prioridad fundamental de todo gobierno consiste en diseñar políticas públicas que garanticen a todos los ciudadanos el acceso permanente a una cantidad suficiente de alimentos nutritivos que permitan desarrollar una vida sana y activa. El derecho humano a la alimentación está consagrado en la Constitución Dominicana. Alcanzar la seguridad alimentaria constituye una obligación esencial del Estado.

La consigna que distingue nuestra gestión de gobierno es simple. Reza así: "Comer es Primero". En República Dominicana hemos tomado medidas concretas. Hemos otorgado apoyos directos a productores de leche, de arroz, de pollo, huevos, ajo, habichuelas, y en fin, de todo aquello que forma parte de la canasta básica familiar. Hemos suministrado insumos para incentivar la productividad. Hemos procedido a modernizar nuestras infraestructuras agroalimentarias, y en estos momentos estamos impulsando un plan nacional de competitividad.

De igual manera, próximamente procederemos a ejecutar un plan nacional de producción de etanol a partir de la caña de azúcar, el cual es compatible con la estrategia de seguridad alimentaria y sostenibilidad ambiental de nuestro país, al tiempo que reducirá nuestra dependencia de combustibles fósiles. Gracias a estas políticas el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki-Moon, ha indicado, de manera generosa, que República Dominicana goza de las condiciones para convertirse, en el corto a mediano plazo, en el granero del Caribe.

Somos de la idea de que la actual crisis en los precios de los alimentos puede convertirse en una gran oportunidad para el sector productivo nacional, el cual, por vez primera podrá, en base a la producción nacional, sustituir la importación de productos agropecuarios provenientes del mercado internacional. Lo único que podría conspirar contra esa posibilidad de convertir la actual crisis en los precios de los alimentos en una oportunidad, es el sostenimiento de políticas proteccionistas y de subsidios generalizados a la producción y exportación de productos agropecuarios en los países desarrollados.

Albergamos la esperanza de que en la continuación de las negociaciones de la Ronda Doha, la sensatez y el sentido de justicia prevalezcan, para de esa manera, realmente, diseñar políticas orientadas a la reducción del hambre y la pobreza. Obviamente, para superar la actual situación de crisis de precios de los alimentos las naciones en vías de desarrollo no podemos actuar en forma aislada. Se requiere del concurso generoso y solidario de la comunidad internacional.

Saludamos la iniciativa del Banco Mundial, de otros organismos multilaterales y de distintas naciones desarrolladas, de crear un fondo especial para asistir a los países más afectados por la crisis alimentaria. Consideramos, sin embargo, que los recursos financieros inicialmente contemplados, resultan insuficientes para atender las necesidades derivadas de una situación que exhibe características de catástrofe mundial.

Aunque apreciamos la iniciativa, nos llama a preocupación que tan sólo diez millones de dólares han sido asignados a nuestra hermana República de Haití, la cual, como consecuencia de esta crisis tuvo que contemplar la presencia de multitudes airadas en las calles, que pedían comer, al tiempo de presenciar, de manera impotente y aterradora, la disolución del gabinete de gobierno.

La actual crisis en los precios de los alimentos es parte de una crisis de mayor dimensión. En estos momentos, nos encontramos inmersos en la más profunda crisis del capitalismo global desde la época de la Gran Depresión. Además de la crisis alimentaria, vivimos en la actualidad una crisis económica, una crisis financiera, una crisis de paradigmas, una crisis social, una crisis ecológica, y como acaba de demostrar el caso de Haití y de otras naciones del mundo, podríamos estar en el umbral de una crisis de gobernabilidad democrática.

Todo esto aún puede ser revertido. No estamos ante la inevitabilidad de un colapso, pero su reversión va a requerir de dos conceptos fundamentales que hoy parecen estar ausentes del discurso y de la práctica de la comunidad internacional: cooperación y solidaridad. Si en las naciones desarrolladas se sigue considerando que solamente a través de la búsqueda insaciable del lucro, de la especulación, de la codicia, de la ostentación, de la avaricia, de la arrogancia y de la falta de sensibilidad ante los problemas de los demás, se podrá seguir acumulando riquezas y poder, entonces, sin duda alguna, podríamos vaticinar que lo que se producirá será una crisis del modelo de civilización.

Los Estados Miembros del Sistema de Naciones Unidas debemos asumir nuestra responsabilidad colectiva y alcanzar acuerdos integrales de solidaridad y cooperación internacionales. Para avanzar en esa dirección, lo primero que se requiere es crear un Fondo de Solidaridad Global que permita a los países más vulnerables disponer de recursos suficientes para encarar la factura petrolera y adoptar programas de sostenibilidad de la producción agrícola.

Esos fondos se pueden constituir con el cumplimiento del compromiso consagrado en la Cumbre Social de Copenhague, de 1995, de destinar el 0.7 por ciento del producto interno bruto a la Cooperación Oficial para el Desarrollo. De igual manera, de los excedentes financieros generados por el boom petrolero en los países productores y exportadores de hidrocarburos, los cuales podrían servir para colocar préstamos en términos concesionales, como ocurrió durante la década de los setenta.

Hay un conjunto de ideas adicionales acerca de cómo nutrir con recursos financieros frescos los fondos de cooperación y solidaridad a que hemos hecho referencia. Reconocemos que algunas de estas ideas son controversiales y polémicas y que no siempre son bien vistas por la comunidad internacional. Sin embargo, proponemos ante esta conferencia de alto nivel que el grupo de trabajo de Naciones Unidas sobre la crisis alimentaria, creado por su Secretario General, Ban Ki-Moon, examine, sin prejuicio y en forma amplia, todas las alternativas posibles de financiación para la superación de la crisis.

Se hace imprescindible que además de la declaración final que emane de esta cumbre, se elabore un plan de acción de emergencia que contenga los lineamientos generales que sirva de guía para enfrentar con éxito la actual situación de agobio mundial.

Distinguidos colegas, señor Director General de la FAO: no escapa a nuestro conocimiento que en estos momentos nos sentimos abrumados y angustiados por la situación de crisis que actualmente nos afecta. No permitamos que esa situación nos aplaste o nos aniquile. La humanidad cuenta hoy día con los conocimientos, la tecnología y los recursos para superarla. La historia nos ha enseñado que todos los cambios estelares que se han producido en beneficio de los pueblos, generalmente han estado precedidos por grandes cataclismos. De la oscuridad, ha surgido la luz; y en esta ocasión, lo único que verdaderamente se necesita para que la luz resplandezca sobre todo el planeta es hacer de la globalización un acto de solidaridad.

domingo, 1 de junio de 2008

Leonel y la“izquierda neoliberal”


Por Manolo Pichardo
Leyendo un documento de Danilo Astori, ministro de economía de Uruguay que me fue entregado en el marco de la celebración del XIV encuentro del Foro de Sao Paulo en Montevideo, reafirmo que los problemas latinoamericanos son similares.
Allí, donde gobierna la izquierda, se acumulan demandas de sectores que creen que el pago de la deuda social y el despegue económico para una justa distribución de las riquezas, aparecerían de un soplo con la llegada a la administración pública de las fuerzas progresistas que están alcanzando el poder por la vía electoral y en el marco de un sistema que sólo permite reformas, no cambios radicales al capitalismo que resultó ser más eficiente, aunque no por ello más justo, que el que colapsó en manos de Gorbachov.
Astori dice, tras advertir que las organizaciones sociales deben interpelar al Estado y abrir canales para que los distintos sectores puedan potenciar sus posibilidades de satisfacción de demandas, que esto no puede confundirse de ninguna manera “con el populismo, que, desde la política y también desde dirigencias gremiales, alimentan la protesta por la protesta, o la demanda que no puede atenderse porque no responde a condiciones reales, económicas y/o políticas, que permitan satisfacerla”.
En semejantes términos se manifestó Daniel Ortega, jefe de una revolución que tomó el poder mediante las armas en Nicaragua, al expresar en el Foro que las fuerzas de izquierda deben hacer los cambios que la realidad les permita.
Pero los que conservan el trasnochado discurso de los 60 y 70, los que no entienden el mundo en que nos toca vivir hoy con las complejidades propias de la globalización que nos hace interdependientes, ubican a Bachelet, Lula, Tabaré y Leonel en la “izquierda neoliberal”. Lo cierto es que las complicaciones de este aldeano planeta demandan de líderes pragmáticos, capaces de convertir los enredos y retos en oportunidades para promover el desarrollo y sociedades más justas e incluyentes, proyectos que asume la izquierda moderna.