martes, 26 de febrero de 2008

Cojo y mentiroso

El PRD, como buen partido de oposición, que no de gobierno, ha diseñado una publicidad sobre la base de repetir mentiras con la intención de convertirlas en verdades. Su candidato, uno de los principales colaboradores del ex presidente Hipólito Mejía en cuyo gobierno se perdieron más de 600 mil empleos y se crearon 1 millón 500 mil nuevos pobres, anda vendiendo la idea de que durante la administración de Fernández se han perdido puestos de trabajo y se ha generado pobreza.
Trata, junto a su equipo de estrategas, de tomarles el pelo a unos votantes que sufrieron en carne propia las vicisitudes derivadas del caos que se apoderó del país poco tiempo después de que asumieran el poder. Ocurre que el dominicano, con hábitos de informarse, sabe que en los 3 años de este gobierno peledeísta se han creado 300 mil nuevos empleos y que los niveles de pobreza generado por el PRD han descendido de forma considerable, cuestión que reconocen los organismos financieros internacionales.
Lo grave del asunto es que este pueblo también sabe que el Escuadrón de la Muerte Económica que acompañó a Mejía en su aventura destructiva, es el equipo del candidato del desempleo, el mismo equipo que duplicó la deuda externa, el que llevó la tasa de cambio a 58 x 1, que disparó la inflación al 60, que quebró el aparato productivo nacional, que ahuyentó la inversión extranjera, que arrastró el PIB hacia el crecimiento negativo y, cuando no, el positivo se arropó con la colocación de bonos para dar barniz a la farsa.
Todo esto está fresco, ningún compatriota podrá olvidar aquel desastre, no es posible superar con facilidad aquel trauma, por ello, las manipulaciones no podrán borrar la memoria colectiva; no avanzarán luchando contra verdades tercas e inexpugnables, porque como decía Juan Bosch: “el cojo y el mentiroso no pueden llegar lejos”.

Un candidato estancado

Las cosas no andan bien para el candidato del PRD según las últimas mediciones realizadas entre diciembre y este mes de enero. Por ello, como el que se hunde en medio del mar y echa manos de un lápiz que boya, está recurriendo a los llamados “sondeos de opinión” que programan algunas emisoras de radio para presentarse como puntero en las preferencias del electorado, pretendiendo, con ello, mediante publicaciones en la prensa, tomarles el pelo a votantes que en un 54.5 por ciento han manifestado que votarán por el candidato del PLD.
Se sabe que algunos comandos de campaña instalan centros de llamadas para influir en los resultados de estos espectáculos, que sirven de caramelo a los que se han petrificado en una militancia, convirtiéndose con el tiempo en el voto duro que permite a los partidos respirar hasta en sus peores zafras. Así, por ejemplo, el partido blanco cuando llevó de candidato al ex presidente Hipólito Mejía, alcanzó el 33 por ciento de los votos después de éste encabezar el gobierno más desastroso que hayamos tenido durante toda la historia republicana.
En ese proceso se expresó el voto duro de esa organización. Lo difícil de entender es que, en la oposición y con un candidato que se supone no fue responsable directo de lo ocurrido, aquella duraza se desinfla para colocarse en un 31.2. %. Nadie imaginó que existiera un candidato peor que Mejía. Pero apareció éste, sin ángel, sin discurso, sin plan, sin orientación.
El líder del PPH era inepto igual que él, pero arrastraba el ángel que le daba su estampa campechana y su repentismo salpicado de gracia, que contrasta con el talante adusto y pedregoso de éste que, como aquel, no tiene idea de lo que es el Estado, que ignora de forma olímpica los temas que debe dominar un estadista para lograr un buen desempeño, que no tiene estatura para conducir los destinos de un país que debe continuar su camino al desarrollo, en medio de un mundo complejo que requiere de individuos instruidos e inteligentes, conectados a la sociedad que el conocimiento construye con nuevos peligros y desafíos.

Mentiras sobre el 11 de septiembre


El 11 de septiembre de 2001 el pueblo de los EE UU fue víctima de un horrendo atentado terrorista que estremeció los simbólicos cimientos del poder económico y militar, y pretendió alcanzar los del poder político. El pánico se apoderó de los que manejan los hilos del poder, y en medio del caos, según especulan algunos analistas estadounidenses, Donald Rumsfeld, secretario de defensa, el vicepresidente Richard Cheney y todo el llamado equipo de Los Halcones, de forma precipitada y sin atender a llamados de algunos asesores, lazaron brutales ataques contra Afganistán, para eliminar a los fanáticos talibanes que suponían respaldaron a los miembros de Al Qaeda que hicieron estallar sendos aviones en las torres gemelas.

Aunque ciertamente las investigaciones posteriores apuntaron a que el líder de Al Qaeda se refugiaba en aquel país, de repente el secretario de defensa, según dice Richard Clarke, el mayor experto antiterrorista de los gobiernos del actual presidente de EE UU y de Bill Clinton, en su libro Contra todos los enemigos, puso la vista en Irak a pesar de que nunca se aportaron pruebas de que el régimen de Hussein financiara terroristas. El afán de Rumsfeld tenía sus orígenes en el viejo conflicto entre Irán e Irak, en el que su país apoyó al dictador para debilitar al pueblo de los ayatollá, pero que, ante la amenaza de que los soviéticos entraran al conflicto para respaldar a los iraníes, los estadounidenses estrecharon relaciones con Israel y esto obviamente degeneró en una serie de acontecimientos que quebraron la relación de Rumsfeld y Hussein.


Sea como fuere, por caprichos personales o los negocios que muchos denuncian se hacen con esta guerra iniciada sobre la base de la mentira, siguen muriendo soldados invasores y ciudadanos de aquel país, mientras crece el odio contra un pueblo que no es responsable de las agresiones que acometen sus gobernantes poniendo sus vidas en riesgo de muerte y enfermedades por la paranoia que desata este “veitnamizado” conflicto.

Shanghái como espejo de la marcha China


Shanghái, como capital económica de China sirve de escaparate para mostrar la prosperidad de aquel gigante que, junto a la India, devoran la materia prima que da respiro a algunos países del Tercer Mundo, a la vez que les agobian inundando los mercados que hasta hace poco servían de receptores a sus productos.

La prosperidad de la tierra que Mao Zedong llevó al comunismo tras la eliminación de la propiedad privada, debe su esplendor y ebullición económica al capital que fluye hacia ella a borbotones, tras las reformas impulsadas desde el 1979 por el pragmático Deng Xiao Ping.
El Partido Comunista que fomenta la propiedad privada y una economía de mercado sobre las estructuras de un esquema “socialista”, conduce al Gigante, con ropaje de país en vías de desarrollo, a la posición quinta entre los países industrializados, por ello casi todo el mundo apuesta a que en los próximos 20 años será la primera potencia del planeta, con la importancia geopolítica que hoy tienen los EE.UU.

Y Shanghái es, como he dicho, el gran exhibidor, el imán y la excitación, por esto se levantan imponentes 4 mil rascacielos y un montón de industrias siembran sus 6. 340 Km2; se desplazan hacia esa hirviente ciudad, capitales de todas partes que dejan desempleo en los países de donde escapan; corren desde el interior y hacia ella los campesinos que buscan mejorar sus condiciones de vida y, aunque estas migraciones son de una magnitud que no había visto la humanidad, los que llegan logran ocuparse, así pues, y para que se tenga una idea de lo que digo, en el 2003 llegaron a Sanghái 4 millones de emigrantes y el 97 por ciento consiguió empleo inmediatamente.

Esta espectacular carrera hacia el crecimiento hace que la China insular se vaya integrando a aquella maquinaria de producción de riquezas que, no sólo atrae capitales, sino que con ellos llegan los cerebros que necesita la sociedad para crecer con calidad y de manera sostenida, quién sabe por cuánto tiempo.