sábado, 21 de junio de 2008

La madeja global


Por Manolo Pichardo

La interdependencia de las economías y el mercado global han venido a sintetizar y complejizar a la vez las actividades planetarias. Cada día más, los capitales, las mercancías, la fuerza laboral y la comunicación, se mueven con libertad irrespetando las tradicionales fronteras y, con ello, parece garantizarse, según algunos, el crecimiento con desarrollo de los países pobres y la consolidación de las naciones ricas.

Sin embargo, así como las riquezas se pueden mover para crear el bienestar global, los tropiezos económicos pueden hundir en la ruina a pequeños y grandes. De esto hay múltiples ejemplos. En 1994, el mal manejo de la economía mexicana provocó una situación de desequilibrio macroeconómico en aquella nación que impactó de manera negativa en las economías de América Latina, lo que se conoció como el “efecto tequila”.

Las caídas de las bolsas en el sudeste asiático y Rusia, luego de lo ocurrido en México, melló de algún modo las economías del resto del planeta. Y cuando Putin puso en apuros a Yukos, la principal petrolera de su país, el precio del petróleo experimentó alzas significativas. Y así, cuando Alan Geenspan, ex director de la Reserva Federal estadounidense resbaló en algún momento con una declaración desafortunada, desató el pánico en los mercados y alza en el precio de los carburantes.

Tan frágil y complejo se ha tornado este mundo aldeano, que si un huracán, una convulsión social o cualquier ruido económico, bélico, político, asoma por alguna zona petrolera, los precios del crudo se disparan afectando todas las actividades productivas. Esta es la realidad de nuestra sociedad global, que asiste a una crisis provocada por la escalada alcista del precio del petróleo y la escasez de los alimentos que tienen causas diversas y entre ellas está el espectacular y prolongado crecimiento de las economías de China e India, la recesión estadounidense y la devaluación del dólar, la disminución en la oferta petrolera y de productos agrícolas, especulación, en fin, una ordenada madeja enmarañada de cosas que lo une todo, para bien o para mal.


Publicado en el Listín Diario el 21 de junio de 2008

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