viernes, 9 de enero de 2009

Editor perfeccionista corrige el ADN


El Caribe 09/01/ 2009
La capacidad de los genes de copiar la receta de la vida y transmitirla una y otra vez dentro de la célula, es uno de los más fenomenales conocimientos proveídos por la ciencia. Ahora, los genetistas descubren una enzima “minuciosa” que sirve de singular corrector

La revolución genética de nuestros tiempos ha abierto más que una ventana a la solución de enfermedades y desperfectos de nuestro organismo, también nos ha enseñado la esencia de la vida.

Las dos moléculas que en forma de hélice cambiaron el mundo de la medicina anuncian, además, que la existencia sobre el planeta se origina de una teoría de información digital gobernada por cuatro letras que representan más que sus químicos.

El ADN es una receta que puede ser replicada, copiada, transmitida, y ese conocimiento es sencillamente trascendental.
Este proceso que ocurre en el genoma es protagonizado no sólo por estas moléculas que conocemos como ADN sino que el ARN también tiene misiones importantes y para que todo el proceso de transmisión genética ocurra sin problemas, un “editor perfeccionista” dentro de estas moléculas se encarga de corregir los errores que puedan traer estas importantes recetas.
Dentro del importantísimo ácido desoxirribonucleico, una máquina de enzimas tiene un trabajo esencial. Son traductoras celulares y se encargan de traducir el código que conocen, a las proteínas.

De acuerdo con investigaciones elaboradas por científicos de la Universidad de Johns Hopkins y publicadas en el diario científico Nature, se ha descubierto otro paso de verificación que se encarga de comprobar que cada código esté bien escrito. La herramienta está compuesta de ribosomas y es posible que las próximas descripciones le parezcan mucho al proceso que utiliza su ordenador.
Ciertamente, el trabajo de estas ribosomas es el de reconocer errores, son los correctores biológicos esenciales para que la vida se desarrolle de forma correcta, estos ribosomas reconocen los errores inmediatamente después de cometerlos y responden de forma definitiva, en una acción que es la versión biológica de presionar el botón de “borrar”.
De acuerdo con los científicos involucrados en el experimento, esta cadena de ribosomas es bastante meticulosa y tiene un control impresionante sobre la calidad de los códigos que inyecta en su atesorada proteína.
“Estas proteínas son la esencia misma de la vida y sabemos que en el evento de que un error ocurra, al organismo puede irle bastante mal, por lo tanto, esta máquina de ribosomas es muy estricta y corta el lazo y aborta la proteína de raíz, si se ha cometido un error”, explica Rachel Green, profesora de biología molecular del Instituto Médico Howard Hughes en la ya mencionada universidad. En este negocio de la vida, dice Green, no se permite una segunda oportunidad.

La forma de la proteína

Dentro de la célula, un mundo de procesos ocurre todo el tiempo.

“La forma química de una proteína dicta su función, por lo tanto, cualquier error a la hora de establecer la traducción de códigos, pueden resultar tóxico para la célula.

Antes pensábamos que las ribosomas manejaban este proceso de forma estricta, utilizando un proceso súper selectivo, incorporando sólo aquellos químicos cuyos ingredientes pueden participar en el proceso.

Pero nuestro editor es mucho más preciso, minucioso y hasta radical”, explicó Green. El equipo de Green inducía errores en el proceso y fueron sorprendidos por la “actitud” de estos ribosomas.

Como si tuviera una lupa

Una vez los investigadores integraban un error en la codificación, fueron sorprendidos por la editora que no siguió su camino usual sobre la molécula, buscando otros errores sino que se detuvo.

“Notamos que un error lleva a otro en el ensamblaje molecular y es el cúmulo de estos errores en la casi ya terminada proteína lo que lleva a los ribosomas a librarse de todo el asunto mandándola para la basura”, dijo Green.

Pero otra sorpresa les esperaba. La máquina de ribosomas destruye proteínas con errores 10,000 veces más rápido de lo que le toma liberar proteínas sin errores.

“Es impresionante el nivel de destrucción de que es capaz este editor.

Esto nos revela lo importante de este trabajo y lo bien que ha evolucionado con los años. No hay segunda oportunidad, un error sale muy caro”.

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