sábado, 9 de julio de 2011

La izquierda democrática (25)

Por Manolo Pichardo

Listín Diario 08/07/2011.-


El presidente Salvador Allende fue el único líder de la izquierda latinoamericana que alcanzó el poder por la vía electoral en pleno apogeo de la Guerra Fría. Chile era parte del patio de los EU. La experiencia cubana, una realidad incómoda que blandía los fusiles del desafío a pocas millas del país rector del bloque capitalista, no se podía repetir, aunque para ello se recurriera a jugadas que tomaran distancia del mensaje redentor cimentado en la democracia, en aquella formal que se agencia la representación a través del voto.
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La doctrina Monroe de “América para los americanos” que no incluía al resto de los nacidos en el continente, sino a los que se arrogaron el derecho exclusivo de poseer el gentilicio “americano”, seguía teniendo sentido a pesar de que su invención, en 1823, respondía a las luchas coloniales desatadas a partir de la llegada de Cristóbal Colón, el navegante aventurero que trajo cruces, espadas y heridas; profundas heridas por las que se derramaron los ríos de sangre que borraron a su paso las hojas, ramas, troncos, raíces y estelas de las pequeñas o grandes historias que se enmadejaban antes de las carabelas de Isabel y Fernando.

Las botas debían sustituir los votos con toda y la siniestra caravana de la muerte que siguió al proceso desestabilizador que prosperó, en gran medida, por las acciones hostiles de una parte de la izquierda que no supo ponerse a la altura de la coyuntura. Allende cayó y la Operación Cóndor, dirigida desde el punto geográfico que señala la aguja de la brújula y ejecutado por un equipo de uniformados que se comenzaron a conocer como gorilas, se desparramó por el Sur, amenazando, reprimiendo, silenciando: torturando, desapareciendo: matando: aniquilando todo vestigio de disidencia, oposición o punto de mira distinto.

En medio de la Guerra Fría, a pasar de la intolerancia que impedía la construcción de la democracia representativa que se predicaba desde el centro de control occidental, muchos partidos, movimientos, coaliciones de izquierda o progresistas apostaron a las urnas y, como he afirmado, el derrumbe del Muro de Berlín y el posterior esquema de políticas neoliberales impuestas con arrogancia y que profundizó las desigualdades económicas y sociales en el continente, le fueron dando la oportunidad de alcanzar el poder por medio del voto popular.

En Venezuela cuajó el primer proyecto de izquierda luego que los berlineses decidieran, martillos en manos, demoler el símbolo de la confrontación Este-Oeste. Hugo Chávez, quien intentó darle un rumbo distinto a su país mediante un golpe de Estado que frustró la administración de Carlos Andrés Pérez, aprovechando el descrédito de ADECO y COPEI, la frustración dejada por el MAS y la secuela de deterioro que venían acumulando las políticas neoliberales, alcanzó el poder convirtiéndose en la ficha del dominó que comenzó a tocar a América Latina provocando el efecto de arrastre que la inocula de progresismo.

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