viernes, 9 de abril de 2010

Ricky Martin y “El fin del hombre”

Por Manolo Pichardo
Listín Diario 06/04/2010.-
Arribar a un estadio “post-humano” es una posibilidad que plantea Francis Fukuyama en su libro “El fin del hombre”; pues este profesor estadounidense de origen japonés que saltó a la fama tras escribir un artículo en el que aireó la tesis del “fin de la historia”, de la que luego se retractaría, afirma que el avance de la biotecnología encaminará a los humanos a una transformación radical en la medida en que las manipulaciones genéticas cobren fuerza.
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Analiza Fukuyama en el desarrollo de su nueva tesis que muchas de las conductas atribuidas hasta ahora a algunos individuos, no tienen su origen exclusivo en la influencia del entorno, sino que un componente importante viene dado por genes que moldean el comportamiento.
La hiperactividad, la distracción e incluso una conducta criminal, pueden tener sus raíces en sustancias neuroquímicas, por lo que las terapias psicológicas para tratar estos trastornos resultan, a la luz de estos hallazgos científicos, simples musarañas inefectivas.
La cura a estas y otras perturbaciones de índole semejante habrá que buscarlas en un futuro inmediato en la biotecnología que no sólo brindará la oportunidad de solucionar problemas que alteran el comportamiento social de los individuos, sino que generará otros mayores que incidirán en el modo en que producimos las riquezas y por ende cambiarán las relaciones sociales e incluso la base que la sostienen que es la familia que conocemos hasta hoy; la familia que nació con el capitalismo industrial. Pues resulta que los más ricos podrán manipular los genes de sus futuros hijos para que sean más inteligentes, para que tengan los ojos, la nariz, la boca y hasta el color de la piel a la manera que deseen.
Pero bien, volviendo a lo expresado en principio con relación a la información genética que moldea nuestro comportamiento y preferencias, Fukuyama afirma que “en cuestiones de genes e inteligencia, genes y crimen, y genes y preferencia de sexo, la izquierda rechaza con vehemencia las explicaciones biológicas”, pero en torno a la homosexualidad piensa que es hereditaria; la derecha por su parte, opina lo contrario.
Viendo estas posiciones, pienso que Enrique Martín Morales, después de revelar sus preferencias sexuales por los varones, se decantaría por la posición de la izquierda, pues así se libera de las culpas sociales, religiosa y de los índices sindicados de intolerantes.

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