domingo, 23 de octubre de 2011

La izquierda democrática (39): el gobierno de Funes

Por Manolo Pichardo


Listín Diario 21/10/2011.-
Uno de los mayores retos de Mauricio Funes al alcanzar el gobierno era la seguridad ciudadana, pues las maras, pandillas que operan a manos sueltas, mantienen desde décadas el estado de terror, no sólo a los salvadoreños sino a ciudadanos de otros países del istmo centroamericano, entre los cuales están Guatemala y Honduras, que forman junto al primero el triángulo del terror; y es que al ser fronterizos han servido de espacio común para el delito, las escapadas y el refugios.




Al fenómeno de las maras se le viene a sumar la presencia cada vez mayor de carteles de la droga con más poder de fuego y control, con métodos sofisticados y alto nivel de profesionalización criminal que deja a los delincuentes tradicionales y sus técnicas rudimentarias en la periferia, cuando no, son absorbidos por estos últimos que, además tienen la capacidad de penetrar a los propios organismos de seguridad del Estado como se ve con frecuencia en Guatemala, México y otros países que sirven como base de operación del crimen organizado que va tomando cada día un perfil global.

Consciente del problema, un escollo para definir un plan de desarrollo con inclusión social, ya que la violencia y la inseguridad ciudadana ahuyentan la inversión, de entrada reforzó la Policía Nacional Civil con un aumento significativo de militares como apoyo al combate a la delincuencia, medida que complementó con programas de corte social, ya que el gobierno tiene claro que este problema no solo se enfrenta con el ejercicio de la fuerza, sino atacando de forma simultánea las causas que la provocan.

El Presidente salvadoreño en su empeño por atacar este mal en todos los frentes, propuso la creación de la llamada Policía Nacional de Justicia, Seguridad Pública y Convivencia, y la presentó para que fuera discutida de manera abierta por la Iglesia, los partidos políticos, los empresarios, sindicatos, universidades; todos los actores de la sociedad como forma de consensuar la lucha contra el peligroso y amenazante crimen organizado.

Junto a estas medidas e iniciativas también dio potestad al ejército para que tomara el control de las cárceles y evitar con ello que desde los centros penitenciarios se corrompiera a las autoridades y se coordinaran crímenes que se pudieran ejecutar tanto dentro como fuera de las instalaciones. Proscribió con el apoyo abrumador del Congreso a las pandillas, proceso que se produjo en medio de una huelga del transporte público bajo amenaza de estos grupos criminales.

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