sábado, 28 de agosto de 2010

Duarte no estaba

Por Manolo Pichardo
La presidenta Cristina hablaba con elocuencia. Tiene definitivamente mejor discurso que su esposo el ex presidente Néstor Kirchner.
Por su fl uidez transitaban los juicios que desnudaban su pensamiento progresista explicando cómo el avance de los partidos de izquierda en América Latina ha cambiado el mapa político de la región para construir un camino propio, lejos de la infl uencia y las órdenes de los Estados Unidos.
Aquello sucedía en el marco de un encuentro en la Casa Rosada, donde una delegación del Foro de Sao Paulo fue recibida por la mandataria argentina.
El Foro celebraba su XVI encuentro y el 20 aniversario de su fundación, hecho que se produjo en 1990 en la ciudad brasileña cuyo nombre honra al apóstol que no conoció a Jesús.
Veinte años no es nada, dijo la presidente, mientras reímos, porque resulta que a lo largo de todo el encuentro no hubo persona que hiciera uso de la palabra que dejara de referirse a las letras del famoso tango de Carlos Gardel.
Lo trajo a cuento para refl exionar sobre los cuatro lustros de trabajo del Foro, para recordar que cuando éste nació se anunciaba el fi n de la historia, que una frustración universal empequeñecía a las organizaciones políticas comprometidas socialmente, y que en dos décadas, como si no fuera nada, bajo los escombros del capitalismo salvaje, se comenzó a construir la esperanza popular. La reunión duró lo justo alcanzando para los saludos individuales y el concierto de fl ashes. Luego, tras la invitación de la anfi - triona, pasamos a un salón de reciente inauguración dedicada a los próceres latinoamericanos.
Mientras se nos conducían hacia el lugar le comenté a Rafael (Cucuyo) Báez y a José (El Gordo) Oviedo que temía por la ausencia de los próceres dominicanos.
El viejo dirigente de izquierda y ahora del PRD me respondió diciendo que eso no era posible, que abandonara mi pesimismo. Llegamos y comenzamos a ver sobre doradas tarjas inmensos cuadros de El Che, Simón Bolívar, Farabundo Martí, Ernesto Cardenal, Augusto César Sandino, José de San Martín, Francisco de Miranda, José Martí, Francisco Morazán, Benito Juárez y, entre placas y placas, encontramos una de Juan Pablo Duarte pegada a la enorme pared blanca que confi rmó mis temores y sirvió para que, con cierto dejo de vergu¨enza posáramos para una foto que debe ser testigo de un descuido imperdonable.
Sorprende el asunto, porque con una embajada dirigida por Guillermo Piña y un equipo compuesto por Larisa Veloz, Mario Hernández y Otto, el hijo del legendario dirigente emepedeísta Otto Morales, aquello no tiene justifi cación.
Presumo pues, que la falla tiene su origen en territorio dominicano y en un lugar donde estas tonterías no son prioridad. Total, ¿cuánto deja eso?

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