sábado, 18 de diciembre de 2010

¡El 5.5 por ciento!

Por Manolo Pichardo
Listín Diario 17/12/2010.-
La sociedad se puso en pie y eso quedó más que demostrado. La exigencia de colocar en el presupuesto de la nación el 4 por ciento del Producto Interno Bruto, PIB, al capítulo educación, convocó a pequeños, medianos y grandes. No importó el tamaño del bolsillo o la capacidad de éste para demandar bienes y servicios; la conjunción de voluntades los coloreó de amarillo, el color vanguardia para el reclamo.
Aquello del “falso debate” pareció combustible en medio de chispas que, en principio, parecían aisladas. Entonces el incendio creció de súbito y bajo los paraguas del color del Sol se hizo omnipresente: las llamas estaban de repente frente a las instalaciones del Congreso, en las voces que copaban la radio y la televisión, en las escuelas públicas y privadas; en las calles, en los barrios y hasta en la manipuladora CNN.
Todo lo permeó el reclamo amarillo con el poderoso argumento de que sin educación no hay desarrollo. Tanto permeó que “sensibilizó” a los partidos que desde el poder ignoraron la ley e invirtieron menos, mucho menos en educación que la actual administración. El hecho es que el río puro del reclamo, también arrastró peces podridos que, a pesar del esfuerzo, no pudieron contaminar.
Algunos observadores expresaron no entender la razón de por qué si la ley es de 1997, se produjera un vuelco hacia el reclamo de su cumplimiento en estos momentos, cuando ningún otro gobierno la ha respetado. Yo, para hacerme el tonto, he querido pensar que la gente se cansó de esperar, que se hartó de ver pupitres rotos, escuelas a medio hacer, niños recibiendo la arepa de la enseñanza bajo la trémula sombra de un árbol y 700 mil dominicanos que no saben leer ni escribir, mientras gobierna el partido de Juan Bosch.
Quise, para estar de bobo, pensar que muchos padres desean incrementar sus salarios reales ahorrándose el dineral de los colegios privados o que sienten fastidio cuando ven que sus hijos son instruidos por profesores que dicen “la cálcel de la vitoria”, por decir la cárcel de La Victoria o “Juan Pablo Dualte”, por Juan Pablo Duarte, y todo el “patuá” que deforma la formación hogareña.
El debate se puso tan serio que las puertas del Palacio se abrieron a las sombrillas amarillas. Sé que allí hubo argumentos serios para hacerles entender a los reclamantes que a pesar del empeño mostrado por el Presidente hacia el sector educación desde su primera gestión, de que para él sigue siendo una prioridad, el tamaño económico del Estado no alcanza para satisfacer la demanda.
Como tal vez hay razones, y razones de ambos lados, y todos estamos convencidos de la conveniencia en el cumplimiento de la ley para que despeguemos hacia el desarrollo, entonces, apliquemos la gradualidad y problema encaminado hacia el 5.5 por ciento.

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