sábado, 11 de octubre de 2008

Hacia la recesión global


Por Manolo Pichardo

La Reserva Federal, bancos centrales europeos y del resto del mundo han anunciado reducciones en las tasas de interés por el temor a una recesión, pues el rescate planificado por el secretario del Tesoro estadounidense, Henry Paulson, no ha dado resultado como advertían algunos especialistas que vaticinaron un contagio de la economía real.

Esta crisis financiera de carácter global se incubó en 2001 cuando los temores de una desaceleración en la economía de los EE.UU llevó a la FED a reducir las tasas de interés de 5 a un Uno por ciento, lo que motivó que las instituciones financieras tomaran prestado a esa nueva tasa para prestar a su vez a más de un 5. El dinero barato estimuló a la gente a tomar prestado. Una verdadera fiesta se desató en el sector hipotecario, pues la euforia por tomar prestado y prestar, porque con dinero barato todos ganaban, sepultó las obligadas depuraciones que, luego de reactivarse la economía en 2006, mostraron su cara imprescindible, pues al elevarse las tasas a un 5 por ciento, los intereses se dispararon a un 400 por ciento, lo que hizo que a la gran mayoría le fuera imposible cumplir con sus compromisos crediticios.

Llegaron entonces los embargos y los bancos se llenaron de casas que debieron venderse por debajo de su valor real. El problema aumentó hasta inocular a todo el sistema financiero estadounidense que se ha visto envuelto en quiebras, rescates y fusiones que traspasaron los océanos para generar un mal sistémico a nivel planetario. Ahora estamos en ese punto y Dominique Strauss-Kahn, director del FMI, anuncia una “recesión global”, lo que empujó una recaída en las volátiles bolsas de todo el mundo.

No cabe duda de que los efectos de esta crisis llegarán a nuestro país lastimando de algún modo al turismo, las remesas y las exportaciones; blindar la economía, como se dice por estos días, es tarea urgente. Debemos, como dice el presidente Leonel Fernández, convertir las dificultades en oportunidades y añadir a este optimismo la caída en los precios del petróleo, de los aceites, del trigo y la soya; y rogar, además, para que los líderes del mundo, a través de los gobiernos poderosos y los organismos financieros internacionales, entierren la mano invisible de Adam Smith.
Publicado en el Listín Diario el sábado 11 de octubre de 2008

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