miércoles, 26 de noviembre de 2008

Liderazgo pobre

Por Manolo Pichardo
Listín Diario 22/11/2008.-
En mi adolescencia era un apasionado de los debates políticos. Seguir las declaraciones de Juan Bosch, José Francisco Peña Gómez y Joaquín Balaguer o escucharles debatir sobre los problemas nacionales e internacionales entusiasmaba. La izquierda tradicional, como solía decir el fundador del PLD, aportaba al entusiasmo, siempre recitando citas de Mao, Lenin, Marx, Trotsky, Enver Hoxha o creando, siempre sustentado en el marxismo, todo un armazón teórico para justificar posiciones muchas veces alocadas. El asunto es que las ideas estaban a la mano, no sólo en los partidos y las universidades sino en los clubes y las esquinas, en las mismas que hoy se distribuyen los idiotizantes estupefacientes.
Lo curioso es que el nivel de instrucción del pueblo dominicano era minúsculamente inferior al que ha alcanzado para estos días en que Milagros Ortiz, Hugo Tolentino Dipp, Tony Raful, Ivelisse Prats y el resto de los pensadores del PRD no tienen posibilidades de optar para presidir el partido, pues el puesto parece estar reservado para el marketing y el dinero que ha sido capaz de suplantar los cerebros de aquella organización, como ocurrió con la candidatura a la presidencia de la República en el 2000 para desgracia de todos. En el PRSC la cosa es peor, pues ya vivimos el circo del torneo electoral pasado que pretende instalarse ahora en la dirección política de la organización. Allí el cerebro anclado en la Máximo Gómez 25 atrofió a los demás que no pudieron crear perfiles presidenciables ni de cuadros partidarios capaces de arrastrar y enloquecer con discursos a su militancia.
En el PLD las cosas son distintas, tiene cerebros como en el PRD, con la diferencia de que son más y hasta hoy no les han permitido a los bufones alzarse con el cetro ni la corona del partido ni el país, aunque éstos acechan y avanzan peligrosamente cerrándoles el paso a los que están en el banco, esperando el turno al bate. Lo malo es que, para lograrlo, seducen a los dirigentes de mayor nivel como si pescaran en río revuelto.

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