Listín diario 23/03/2011.-
Hace unos dos años que las principales economías del mundo, ante el desplome del mercado inmobiliario en EEUU y su efecto dominó hacia otros países, decidieron inyectar capital al sistema financiero internacional para reformarlo y salvarlo del colapso total. La postergación de esa medida, por parte de los países del G8 y G20, habría significado la quiebra de todo el sistema capitalista, y obligado a esos y otros países desarrollados a suspender toda la ayuda de cooperación al desarrollo, situación que agravaría aún más los problemas de Haití y República Dominicana.
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En las últimas semanas hemos visto los graves conflictos en los países del norte de África, donde se han producido masivas protestas, promovidas para la libertad, a través de las redes sociales. La nueva situación de esa región del Magreb es muy complicada porque en poco tiempo ha hecho colapsar a los gobiernos de Túnez y Egipto, ha creado una guerra civil en Libia, ha disuelto las frágiles relaciones de Gadafi con Occidente y amenaza la suerte de otras dictaduras del sur del Mediterráneo. El componente principal de la crisis que generan estos conflictos y los del Medio Oriente es el petróleo, un recurso capaz de desestabilizar en segundos a todas las economías del mundo.
A todo ello se suma la terrible catástrofe que se ha producido en Japón, la tercera economía mundial y el tercer país importador de petróleo. La situación por la que atraviesan los japoneses forzará aún más el aumento de los precios del petróleo. Tenemos que tomar en cuenta que Japón, ubicado en una zona altamente sísmica, que desarrolla energía nuclear, y aunque con éxito, ha dejado de depender del petróleo en un 29%, temporalmente tendrá que acudir a otras alternativas.
Ese panorama internacional ha obligado al gobierno dominicano a replantear las estrategias de desarrollo y a asegurarse de que la población tome conciencia de la problemática y los planes a seguir. El gobierno sabe que enfrenta una situación muy delicada, que tenemos de vecino a Haití, destrozado por el sismo del 2010 y abandonado por una parte de la comunidad internacional.
Podría decirse que somos su válvula de escape, lo cual nos hace cada vez más vulnerables a la crisis. De manera que República Dominicana, para evitar un impacto negativo mayor, tiene que unirse en un proyecto nacional, que tomándole la palabra al presidente Leonel Fernández, acuerde realizar un pacto fiscal capaz de generar confianza y recursos suficientes; logre un pacto social para generar bienestar en la población; y siga blindando la economía con el aumento de la productividad, la competitividad y la innovación
Hace unos dos años que las principales economías del mundo, ante el desplome del mercado inmobiliario en EEUU y su efecto dominó hacia otros países, decidieron inyectar capital al sistema financiero internacional para reformarlo y salvarlo del colapso total. La postergación de esa medida, por parte de los países del G8 y G20, habría significado la quiebra de todo el sistema capitalista, y obligado a esos y otros países desarrollados a suspender toda la ayuda de cooperación al desarrollo, situación que agravaría aún más los problemas de Haití y República Dominicana.
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En las últimas semanas hemos visto los graves conflictos en los países del norte de África, donde se han producido masivas protestas, promovidas para la libertad, a través de las redes sociales. La nueva situación de esa región del Magreb es muy complicada porque en poco tiempo ha hecho colapsar a los gobiernos de Túnez y Egipto, ha creado una guerra civil en Libia, ha disuelto las frágiles relaciones de Gadafi con Occidente y amenaza la suerte de otras dictaduras del sur del Mediterráneo. El componente principal de la crisis que generan estos conflictos y los del Medio Oriente es el petróleo, un recurso capaz de desestabilizar en segundos a todas las economías del mundo.
A todo ello se suma la terrible catástrofe que se ha producido en Japón, la tercera economía mundial y el tercer país importador de petróleo. La situación por la que atraviesan los japoneses forzará aún más el aumento de los precios del petróleo. Tenemos que tomar en cuenta que Japón, ubicado en una zona altamente sísmica, que desarrolla energía nuclear, y aunque con éxito, ha dejado de depender del petróleo en un 29%, temporalmente tendrá que acudir a otras alternativas.
Ese panorama internacional ha obligado al gobierno dominicano a replantear las estrategias de desarrollo y a asegurarse de que la población tome conciencia de la problemática y los planes a seguir. El gobierno sabe que enfrenta una situación muy delicada, que tenemos de vecino a Haití, destrozado por el sismo del 2010 y abandonado por una parte de la comunidad internacional.
Podría decirse que somos su válvula de escape, lo cual nos hace cada vez más vulnerables a la crisis. De manera que República Dominicana, para evitar un impacto negativo mayor, tiene que unirse en un proyecto nacional, que tomándole la palabra al presidente Leonel Fernández, acuerde realizar un pacto fiscal capaz de generar confianza y recursos suficientes; logre un pacto social para generar bienestar en la población; y siga blindando la economía con el aumento de la productividad, la competitividad y la innovación
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