Por Manolo Pichardo
Listín Diario 11/03/2011.-
Cuando Domingo Perón, en sus discursos en 1944 planteaba que para alejar a los trabajadores de las influencias revolucionarias había que integrarlos al sistema como consumidores, lo hacía desde la óptica que le llevó a mostrar sus simpatías por el nacional socialismo de Mussolini y las posturas anticomunistas que sustentó a inicios de su carrera política.
Listín Diario 11/03/2011.-
Cuando Domingo Perón, en sus discursos en 1944 planteaba que para alejar a los trabajadores de las influencias revolucionarias había que integrarlos al sistema como consumidores, lo hacía desde la óptica que le llevó a mostrar sus simpatías por el nacional socialismo de Mussolini y las posturas anticomunistas que sustentó a inicios de su carrera política.
En el contexto creado tras el colapso del Socialismo Científico, la pérdida de influencia de la socialdemocracia y el fracaso del neoliberalismo, lo de convertir a los que venden su fuerza de trabajo en ciudadanos con capacidad de compra, tiene un sentido distinto si partimos del hecho de que la izquierda socioliberal, fraguada bajo los escombros de los proyectos revolucionarios y la arrogancia del capitalismo salvaje, está en el deber de asumir aquel mensaje de Perón dentro de la estrategia de desarrollo nacional junto a los dueños del capital.
El socialiberalismo, que no es más que una izquierda reformista ante la imposibilidad de reconstruir el socialismo porque las condiciones objetivas y subjetivas no están dadas, entiende que no puede prescindir del mercado, pero que el Estado debe estar presente para corregir las distorsiones que sus fuerzas generan en perjuicio de las grandes mayorías, cuestión que se revierte contra los capitalistas que a la larga ven estancar sus negocios porque el mercado, cada vez más deprimido, no puede demandar de los bienes y servicios que generan.
El giro a la izquierda de algunos empresarios que como en el caso de la República Dominicana, han reclamado al gobierno incrementar el gasto social, no lo hacen por sensibilidad hacia los sectores populares, como lo dejó claro Domingo Perón en sus discursos, sino porque el ciclo económico y comercial que les lleva a producir riquezas se cierra y la única salida para seguir ganando es poniendo a ganar a todos, cuestión que durante las décadas de los 80 y 90 no podían ver los burócratas del gobierno y las clases dominantes y/o gobernantes que levitaban en medio de la borrachera de los números, del crecimiento que cacareaban (y cacarean) para ponerlo de fachada.
Los políticos y los partidos que tenían como base de sustentación a las fuerzas sociales de derecha que se refugiaron en el neoliberalismo, gobernaron sin visión de futuro y metieron al capitalismo en su peor crisis en los últimos 80 años; para salvarlo debieron recurrir a medidas de izquierda, a Keynes, e incluso al bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas de a pie: a los consumidores.
Para que no se rompa el ciclo que acumula capital, los empresarios deben procurar una alianza con la izquierda socioliberal, pues como dice Luiz Carlos Bresser-Pereira: “El empresario podrá ser de izquierda, siempre que su partido, una vez en el gobierno, sea capaz de gobernar el capitalismo de forma más competente que los capitalistas”. Lula, los Kirchner, Vázquez y otros izquierdistas han demostrado administrar el capitalismo con más eficiencia que los capitalistas.
El socialiberalismo, que no es más que una izquierda reformista ante la imposibilidad de reconstruir el socialismo porque las condiciones objetivas y subjetivas no están dadas, entiende que no puede prescindir del mercado, pero que el Estado debe estar presente para corregir las distorsiones que sus fuerzas generan en perjuicio de las grandes mayorías, cuestión que se revierte contra los capitalistas que a la larga ven estancar sus negocios porque el mercado, cada vez más deprimido, no puede demandar de los bienes y servicios que generan.
El giro a la izquierda de algunos empresarios que como en el caso de la República Dominicana, han reclamado al gobierno incrementar el gasto social, no lo hacen por sensibilidad hacia los sectores populares, como lo dejó claro Domingo Perón en sus discursos, sino porque el ciclo económico y comercial que les lleva a producir riquezas se cierra y la única salida para seguir ganando es poniendo a ganar a todos, cuestión que durante las décadas de los 80 y 90 no podían ver los burócratas del gobierno y las clases dominantes y/o gobernantes que levitaban en medio de la borrachera de los números, del crecimiento que cacareaban (y cacarean) para ponerlo de fachada.
Los políticos y los partidos que tenían como base de sustentación a las fuerzas sociales de derecha que se refugiaron en el neoliberalismo, gobernaron sin visión de futuro y metieron al capitalismo en su peor crisis en los últimos 80 años; para salvarlo debieron recurrir a medidas de izquierda, a Keynes, e incluso al bolsillo de los ciudadanos y ciudadanas de a pie: a los consumidores.
Para que no se rompa el ciclo que acumula capital, los empresarios deben procurar una alianza con la izquierda socioliberal, pues como dice Luiz Carlos Bresser-Pereira: “El empresario podrá ser de izquierda, siempre que su partido, una vez en el gobierno, sea capaz de gobernar el capitalismo de forma más competente que los capitalistas”. Lula, los Kirchner, Vázquez y otros izquierdistas han demostrado administrar el capitalismo con más eficiencia que los capitalistas.
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