Listín Diario 05/03/2011.-
Aunque a veces los humanos nos conmovemos por la muerte de un semejante, y solemos, en medio de la pérdida, deshacernos en elogios frente al féretro, las palabras de reconocimiento a la gestión de Néstor Kirchner expresadas por los empresarios más importantes de Argentina tras su inesperado fallecimiento, no respondieron al estado de ánimo que les causara la desaparición física del ex gobernante, o al protocolar pésame público que pretende siempre llevar a la morada definitiva una imagen limpia, o limpiada por la indulgencia de la despedida final.
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Sus palabras fueron un reconocimiento sincero al desempeño de su administración porque en ella sus negocios prosperaron. Esta cuestión nos hace reflexionar sobre cómo en un gobierno progresista o de izquierda, cuya finalidad es mejorar las condiciones materiales de existencia de las grandes mayorías, asunto que por lo general es entendido como políticas contrarias al capital, los empresarios pueden aumentar sus ganancias, e incluso, hasta definir estrategias de desarrollo desde las ideas que promueve el progresismo.
El punto está en que durante el empuje de las políticas neoliberales los capitales se expandieron, y hubo crecimiento económico en muchos de nuestros países, pero resultó que la pobreza también se incrementó, creando una enorme brecha entre pocos con muchas riquezas y muchos que día tras día se envolvían en estrecheces materiales cada vez más dramáticas, que les excluían del gran mercado y la exclusiva calidad de consumidores, tan necesaria para avanzar en el ciclo de producir, distribuir, vender (consumir) y ganar.
Si no hay consumidores no se vende y si no se vende no se producen ganancias. Las políticas que excitaron al capital en medio de un mercado sin regulación, rompieron el ciclo, pues los compradores estaban siendo eliminados y, más aún, arrinconados, pues sólo las migajas del gran banquete caían para que éstos las recogieran de debajo de las mesas de los industriales, financistas y comerciantes, sobre todo extranjeros, porque los criollos fueron invadidos por intrusos que apenas le dejaron recursos para montar una frugal comida en el desayunador.
Deteriorada la plataforma que malograba el empleo por aquello de la desregulación y los servicios públicos básicos, como salud, educación y previsión por lo que significó que el paciente pasó a ser cliente, el estudiante un gasto y el futuro pensionado una cuenta para la capitalización individual se produjo una inquietud social que condujo fácilmente a las protestas y éstas a su vez a la ingobernabilidad que daña los negocios, y de eso saben De la Rúa, Menem y los empresarios argentinos que elogiaron la administración progresista de Néstor Kirchner.
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Sus palabras fueron un reconocimiento sincero al desempeño de su administración porque en ella sus negocios prosperaron. Esta cuestión nos hace reflexionar sobre cómo en un gobierno progresista o de izquierda, cuya finalidad es mejorar las condiciones materiales de existencia de las grandes mayorías, asunto que por lo general es entendido como políticas contrarias al capital, los empresarios pueden aumentar sus ganancias, e incluso, hasta definir estrategias de desarrollo desde las ideas que promueve el progresismo.
El punto está en que durante el empuje de las políticas neoliberales los capitales se expandieron, y hubo crecimiento económico en muchos de nuestros países, pero resultó que la pobreza también se incrementó, creando una enorme brecha entre pocos con muchas riquezas y muchos que día tras día se envolvían en estrecheces materiales cada vez más dramáticas, que les excluían del gran mercado y la exclusiva calidad de consumidores, tan necesaria para avanzar en el ciclo de producir, distribuir, vender (consumir) y ganar.
Si no hay consumidores no se vende y si no se vende no se producen ganancias. Las políticas que excitaron al capital en medio de un mercado sin regulación, rompieron el ciclo, pues los compradores estaban siendo eliminados y, más aún, arrinconados, pues sólo las migajas del gran banquete caían para que éstos las recogieran de debajo de las mesas de los industriales, financistas y comerciantes, sobre todo extranjeros, porque los criollos fueron invadidos por intrusos que apenas le dejaron recursos para montar una frugal comida en el desayunador.
Deteriorada la plataforma que malograba el empleo por aquello de la desregulación y los servicios públicos básicos, como salud, educación y previsión por lo que significó que el paciente pasó a ser cliente, el estudiante un gasto y el futuro pensionado una cuenta para la capitalización individual se produjo una inquietud social que condujo fácilmente a las protestas y éstas a su vez a la ingobernabilidad que daña los negocios, y de eso saben De la Rúa, Menem y los empresarios argentinos que elogiaron la administración progresista de Néstor Kirchner.
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