Por Manolo Pichardo Listín Diario 09/10/09.- A pocos les gusta fregar el cobre, por ello se construyen atajos para alcanzar metas en menor tiempo y con menos brega. Se tragan la luz roja, se copian el examen de quienes “queman sus pestañas” estudiando y engullen esteroides para rendir frente a atletas que avanzan a base de talento y esfuerzo.
En los partidos, como en todas las actividades del hombre (y la mujer), es común este hábito, pero también ocurre que a las organizaciones políticas algunas entidades definidas como de la sociedad civil les juegan a cosechar frutos con el menor esfuerzo. )
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En el caso particular de República Dominicana, como la Unión Cívica Nacional se quitó el antifaz al constituirse en partido político y llevar candidato a la presidencia, resulta difícil andar sin caretas por lo que se han hecho expertas en disimular su ánimo de competencia para arrebatar espacios a los que mudan el cuero conviviendo con el Sol y se bañan del vaho a pueblo mientras auscultan en sus necesidades.
Vomitan, entre murmullos, el inocultable deseo de tener diputados, senadores, síndicos, regidores, jueces, fiscales y todo lo que se alcanza a través de los partidos políticos. ¡Entonces, son partidos! Sólo que a pesar de que están definidas como entidades que no reciben beneficios de los gobiernos, las administraciones de Estados extranjeros les mantienen para que sus integrantes cuenten con salarios decentes.
La diferencia con los partidos tradicionales es que, además de no ser votados ni contar con estructuras para articular la organización de las masas y de las que no son tan masas, su tamaño se lo da la cantidad de veces que aparezcan en los medios de comunicación.
Son pues partidos que existen en los periódicos, la televisión, la radio y las templadas oficinas que no sufren de las presiones de grupos sociales que empujan por sus intereses, con los que tienen que lidiar los partidos para buscar el equilibrio y mantenerse como instituciones plurales, llamadas a construir día a día una sociedad incluyente en la que se respete el derecho de grandes y pequeños, aunque en esto falta mucho por hacer en los partidos.
En los partidos, como en todas las actividades del hombre (y la mujer), es común este hábito, pero también ocurre que a las organizaciones políticas algunas entidades definidas como de la sociedad civil les juegan a cosechar frutos con el menor esfuerzo. )
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En el caso particular de República Dominicana, como la Unión Cívica Nacional se quitó el antifaz al constituirse en partido político y llevar candidato a la presidencia, resulta difícil andar sin caretas por lo que se han hecho expertas en disimular su ánimo de competencia para arrebatar espacios a los que mudan el cuero conviviendo con el Sol y se bañan del vaho a pueblo mientras auscultan en sus necesidades.
Vomitan, entre murmullos, el inocultable deseo de tener diputados, senadores, síndicos, regidores, jueces, fiscales y todo lo que se alcanza a través de los partidos políticos. ¡Entonces, son partidos! Sólo que a pesar de que están definidas como entidades que no reciben beneficios de los gobiernos, las administraciones de Estados extranjeros les mantienen para que sus integrantes cuenten con salarios decentes.
La diferencia con los partidos tradicionales es que, además de no ser votados ni contar con estructuras para articular la organización de las masas y de las que no son tan masas, su tamaño se lo da la cantidad de veces que aparezcan en los medios de comunicación.
Son pues partidos que existen en los periódicos, la televisión, la radio y las templadas oficinas que no sufren de las presiones de grupos sociales que empujan por sus intereses, con los que tienen que lidiar los partidos para buscar el equilibrio y mantenerse como instituciones plurales, llamadas a construir día a día una sociedad incluyente en la que se respete el derecho de grandes y pequeños, aunque en esto falta mucho por hacer en los partidos.
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